martes, 29 de octubre de 2013

Estrasburgo contra el país maldito


El día de reyes de 1958 nació en la Argelia francesa Henri Parot. Hijo de inmigrantes vascofranceses, se trasladó con su familia a Bayona cuando tenía 16 años. En el 78 entró en ETA y en el 90 le cazaban con un coche cargado de explosivos, después de dejar 38 muertos, entre ellos niños, y cientos de heridos. Se le imputaron 82 asesinatos y se le condenó a 4800 años de prisión. El Código Penal vigente a lo largo de su carrera criminal había sido el del 73, uno que había sido refundido del código de 1944. Eso implicaba que esos 4800 años se quedarían  en 40 años pasara lo que pasara. O bueno, no, ya que el código contemplaba que las redenciones de condena se aplicarían sobre los 40 años de cumplimiento real, no sobre los de la condena. Esto hacía que alguien pudiese matar a decenas de personas con la certeza de que no tendría que pasar mucho más de 25-30 años en la cárcel.

No era extraño que mucha gente vinculada a bandas terroristas se dedicase a estudiar, publicar libros u otros trabajos para rebajar sus penas. Como el pistolero de ETA Iñaki Bilbao, que gracias a beneficios penitenciarios sólo tuvo que cumplir 17 años de prisión de una condena de 52, y que tras quedar en libertad en el año 2000 asesinó, un año y medio después, a un concejal en Orio. Hay que decir que los presos de ETA son castigados con la dispersión, pero que los funcionarios de prisiones eran amenazados de forma constante. Se suele hablar mucho de los brindis que hacían estos presos cuando había un atentado, pero es que la amenza era real, por mucho que ahora hayan cambiado las cosas. Era una situación dura.

Aunque en 1995 nos otorgamos un nuevo Código Penal (de la democracia, ja) los años fueron pasando y los etarras, junto con violadores y asesinos condenados con el antiguo código, vieron como su tiempo en prisión se agotaba. ETA seguía matando, la tregua de los 90 había fracasado y el terrorismo era una nueva baza política. El conflicto vasco ha sido utilizado para los intereses de nacionalistas españoles y vascos, radicalizando posturas con el único fin de mantener cuotas de poder e influencia. Los gobiernos centrales en horas bajas recuperaban su imagen con una gran operación policial contra la banda, porque el terrorismo era una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. Y no sólo eso, sino que desde todas partes se atizaba el avispero vasco para seguir obteniendo beneficios. Como Mayor Oreja y sus empresas de seguridad privada, que ven el fin de la violencia como una pérdida de negocio.

Así que nuestros buenos políticos y nuestra justicia decidieron hacer un arreglo, o lo que en algunos círculos se llama "ingenieria legal". El 28 de febrero de 2006 el Tribunal Supremo decidió que Henri Parot debía continuar en prisión porque los beneficios penitenciarios se debían aplicar sobre todas las condenas (4800 años) y no sobre los 40 años del máximo de la condena. Lo que se llamó la doctrina Parot sentó jurisprudencia y fue aplicada a todos aquellos presos que habían cumplido sus condenas según lo que la ley estipulaba. ¿Bajo qué criterio? Bajo el criterio de que la ley antigua no nos gustaba, y por ello le poníamos este parche con carácter retroactivo. Como a Inés del Río, que fue condenada en los 80 a 3828 años de cárcel por 24 asesinatos, y que debía pisar la calle en 2008. Así que 20 años después de ser condenada, se le aplicó la nueva doctrina para retenerla en la cárcel hasta 2017.

El otro día el Tribunal Europeo de Derechos Humanos decidió en Estrasburgo que esto supone una vulneración de los derechos humanos de los presos, ya que no se puede aplicar la justicia con carácter retroactivo. Si se comete un delito a día de hoy con una condena establecida, dentro de 10 o 20 años no pueden cambiarla en su forma para que tenga que cumplir más pena. Si los ciudadanos y sus representantes consideran que la sanción es insuficiente, lo que deberán hacer es revisar sus leyes y endurecerlas para que no se repita esa situación, no saltarse la legalidad. Si no, se está castigando doblemente a alguien por sus delitos, antes y ahora.

Que Inés del Río esté ahora en la calle es gracias a las leyes franquistas, no a Estrasburgo. Se tardaron 22 años en cambiar el código penal, tal vez porque no interesó a los representantes gubernamentales cambiarlo. Se tardó 11 años más en darse cuenta del resultado de la desidia de los legisladores, que establecieron la doctrina Parot de forma chapucera. Por eso es hiriente ver cómo se acusa a los magistrados europeos de atacar a las víctimas cuando han sido los políticos, democráticamente votados, los que no se preocuparon de ellas hace 30 años. Y no aprendemos.

Ahora que se abre una vía de paz en Euskadi, parece que los únicos que están mostrando sentido común son los "bárbaros" y los "radicales", que celebran en silencio la decisión del tribunal. Porque estos días he oído a representantes de las víctimas negar la humanidad a los verdugos y pedir literalmente venganza, manifestándose contra la justicia europea. Todo esto apelando a los sentimientos y al sentir de las víctimas. Sentimientos y sentir que del otro lado, exarcerbados por la retórica victimista y los intereses nacionalistas, lanzaron a una generación tras otra de jóvenes vascos, navarros y franceses a las garras de la violencia, generando muerte y desolación, generando el odio entre vecinos y dolor. No hemos cerrado heridas, hemos tenido presas durante décadas a personas que no han sido capaces de ver su error (el mayor error que se puede cometer) y hemos fracasado en su reinserción.

Casi 80 años después de la Guerra Civil seguimos igual, y no me cabe duda de que los verdaderos culpables ni están en Estrasburgo, ni en las manifestaciones. Hay muchas víctimas de su propia violencia pese a estar al otro lado del cañón, hay familias destrozadas por la imposibilidad artificial de vivir todos juntos por la sed sanguinaria de unos pocos. A veces da que pensar si de verdad éste es un país maldito, o tal vez sólo de borregos.

Salud & aventura.


2 comentarios:

Senior dijo...

Vorrecto. De acuerdo. Alud de ventura y que la paz esté con nosotros.

Senior dijo...

Correcto.