martes, 15 de mayo de 2012

Líderes


Ya no sé si lo que escribo tiene tiempo de ser leído antes de quedar terriblemente caducado. Ahora, mientras escribo esto, desconozco si mañana la soluciones a todos mis problemas pasarán por medidas totalmente opuestas a las que hoy parecían adecuadas. La herencia que he recibido de los que vinieron antes que yo no puede ser más precaria. Esa es mi impresión.

Sin embargo hay algo que nada tiene que ver con la herencia recibida: quién quiero ser. Esa es la única herencia válida. La posibilidad de creer en y crear un futuro. Si me la quitaran probablemente no quedaría nada de mí que realmente me hiciese sentir humano. Con mis errores y mis aciertos. La capacidad de ser y decidir lo que quiero, aunque sea la aceptación y la resignación, me hacen humano. El dolor, el miedo y la indignación me hacen humano. Incluso la profunda impotencia que siento me hace humano.

Siento lástima por Mariano Rajoy. Ahí le véis, saltando feliz, casi levitando. Tuvo que perder dos elecciones contra alguien que él consideraba un auténtico incompetente. Tuvo que sobrevivir a una insoportable presión mediática que quería convertirlo en un cadáver político. Tuvo que negarse a ejercer una oposición responsable para ver cómo el incapaz de su oponente hundía su país bloqueando la acción del gobierno siempre que pudo. Tuvo que acompañar a ladrones y corruptos, abrazarles, poner la mano en el fuego por ellos y luego darles la espalda. Y ahí está, levitando ante la perspectiva de heredar el gobierno de un país camino a la peor de las calamidades.

Ahora es diferente. Ya no levita, vive encerrado en la Moncloa. Es comprensible, al muchacho le ha costado tanto llegar que debe temer que se la quiten. Ya sea la democracia o un decreto germano-europeo. Sus ministros van gobernando ellos solitos. El impresentable de Wert, que el pobrecito no sabe ni contar ni escribir -o leer lo que le escriben-, hace méritos para volver a las tertulias. Margallo (Exteriores) se va tragando expropiaciones, Fernández Díaz (Interior) está muy concentrado en no negociar con ETA, Gallardón saca tiempo en su show semanal para cuidar a los notarios y, el titular de defensa, Morenés, vende tanques a regimenes absolutistas con la venia del rey cazador. Todos ellos son o piensan igual que en la España de hace 50 años. 

Los "jóvenes" no son mejores. Mato, la ministra de sanidad cuyo marido había recibido un Jaguar de una trama corrupta, luce su bronceado mientras poda nuestro sistema sanitario. El duende Montoro y el enano gruñón De Guindos se contradicen para generar confianza, mientras este último pide ayuda a Europa enseñando los pucheros de niño bueno que aprendió cuando quebró Lehman Brothers. Fátima Báñez, la única ministra de empleo que promete más paro, no ha trabajado nunca. Y Soraya, la excelentísima vicepresindenta y benjamina de este despropósito gubernamental, todavía no ha aprendido a creerse lo que dice.

Y eso que creo que Soraya y Rajoy son los buenos de todo este tinglado, aunque piense radicalmente opuesto a ellos. Firman y dicen lo que les mandan porque creen que es lo mejor. No les veo mayor maldad que una supina ignorancia y negligencia. No sé de quién fue la idea de poner a dos personas de buen corazón y pocas luces a sacrificar los pocos logros que forjamos entre casi todos los españoles en los últimos años. No puedo creer que hayan llegado hasta ahí por propios meritos... porque no tienen ninguno. Tal vez unas tragaderas y ceguera selectiva que sólo son superadas por el pueblo que los votó.

Me pregunto qué deben sentir cuando llegan a la cama cada noche. Desconozco si Rajoy sale de ella. ¿Se sentirán humanos? ¿Se sabrán líderes? ¿Se verán capaces de sacarnos de ésta? ¿Se sentirán tan siquiera libres? Es una paradoja que ellos sean nuestras víctimas a la vez que nosotros las suyas. No nos están salvando y tampoco saben cómo hacerlo. Se han rodeado de una pandilla de psicópatas y sus ciudadanos o no pueden o no quieren reaccionar.

Suelen decir que los auténticos líderes acompañan a sus soldados a la batalla. Que escuchan y a la vez saben imponer su criterio. Que saben rectificar cuando se equivocan y que aceptan sus limitaciones y sus responsabilidades. Que no temen pedir ayuda y que son los primeros en tomar la iniciativa. Que se remangan, que están ahí donde se los necesita. Un líder no tiene por qué ser sabio, no tiene por qué ser el mejor, pero debe saber buscar a aquellos que lo sean para que vayan allí donde él no puede llegar. Un líder no se cansa de explicar qué hace y por qué lo hace. No deja a sus hombres nunca atrás y siempre les brinda un último aliento de esperanza por negro que esté todo. Aunque a ellos no les quede esperanza. Es todo esto lo que se les pide.

Obviamente nos hemos acostumbrado a la mediocridad. Desde nuestros reyes a nuestros políticos, no hemos podido pedirles mucho más allá del carisma necesario para hacernos comulgar con sus ideas, normalmente ruedas de molino. Por eso no debe extrañarnos que Mariano haya hecho lo contrario de lo que haría un líder. Primero se esconde, luego no ha escogido con buen criterio a aquellos que gobernarían en su nombre. No ha rectificado en sus errores y no acepta sus responsabildiades achacando todo a la herencia recibida. Da la espalda a sus ciudadanos mientras hace todo lo que le piden otros líderes, a los que sí que da explicaciones.

Rajoy no es un líder. Es un señor antiguo con miedo al cambio y al futuro. Que prefiere sumir a su país a la tortura de los recortes que gobernar. Y mira que lo repitió más de una vez, que iba a "gobernar", a hacer aquello que había "que hacer". El único legado que dejará Mariano Rajoy será un puñado de palabras vacías y promesas incumplidas, al igual que todos los que le acompañan en este mundo viejo que se muere: políticos, empresarios, banqueros y caspa de la nobleza. No son el mal, ni mucho menos. Pero sí son responsables de ese sitio al que nos han llevado.

Si pudiese pedirle algo a nuestro presidente sería que por una vez ejerciera de presidente. Que salga delante de los medios, sin huir de ellos, y nos diga para qué son las medidas que ha tomado, que nos diga qué efectos provocarán. Que nos diga por qué no hay alternativas y que transmita la confianza que tanto dijo que iba a transmitir a los mercados. Somos nosotros los que estamos necesitados de esperanza y confianza. Dinos que merecerá la pena, dinos que vamos por el buen camino y que estás trabajando en ello sin descanso. Que estás ahí para cumplir aquello que prometiste: gobernar. Dínoslo, maldita sea, aunque sea mentira.


Y si no lo sabes, si te sientes derrotado, dilo y pide ayuda. Tu pueblo, mejor que nadie, sabrá entenderlo. Se siente igual que tú.

Salud & aventura Mariano.


3 comentarios:

Senior dijo...

"Un líder no se cansa de explicar qué hace y por qué lo hace. No deja a sus hombres nunca atrás y siempre les brinda un último aliento de esperanza por negro que esté todo. Aunque a ellos no les quede esperanza. Es todo esto lo que se les pide."
Y si tienen madera es todo lo que ofrecen, pero por ahora, no dan anda, por lo que no tenemos líderes,... incluso en otros partidos, incluso en el 15M... menos mal que hoy el PdA se lo han dado a una filósofa, puede que empiece a resurgir el pensamiento, luego las ideas, luego...
En fin, gracias.

Senior dijo...

... no dan nada...
Principe de Asturias PdA

Antiheroína dijo...

Tienes razón como siempre en todo lo que dices, veo que tú si te atreves a decir la verdad. Espero que como buen líder, nos convoques a esas charlas y nos expliques lo que hacen y por qué lo hacen.