jueves, 31 de mayo de 2012

Amanecer nublado

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Recuerdo los escalofríos y los nervios que sentía cuando era niño e iban a estrena un videojuego o una película que tenía ganas de jugar o de ver. Ese olor a nuevo que se impregnaba a todo, esa luz chispeante que iluminaba las cosas. La cabeza se ponía a dar vueltas sobre cómo sería y vivía mi propio juego o película mil veces en mi cabeza. Era la sensación de que algo bueno estaba por venir, algo épico que marcaría la diferencia respecto a todo lo anterior.

Bueno, luego finalmente la mayoría de las veces no jugaba al videojuego ni veía la película. Lo hacía bastante tiempo después, cuando podía permitírmelo, y la mitad de las veces acababa decepcionándome. Sin embargo aquella sensación, que no era otra cosa que la ilusión y la esperanza, había hecho que mereciera la pena. Por supuesto que otras muchas cosas me han hecho ilusión y me han dado esperanzas, pero esto era diferente. No se trataba del producto, era de la espectación que generaba.

Esa misma sensación es la que tenía hacia el futuro. Me pasaba el rato pensando en qué depararía el mañana y qué lograría hacer. Practicamente nunca acertaba. Siempre he sido un tipo pesimista y el futuro era el único sitio en el que podía elucubrar y tener la ilusión de estar equivocado. Puedes hacer previsiones catastróficas, pero siempre te queda la esperanza de estar completamente equivocado. Esa pequeña llama es la que me ha alimentado siempre y la que me ha permitido seguir adelante. El futuro s en cierto modo lo único que poseemos junto con la vida. Qué queremos ser. 

No sé que pasará hoy ni mañana, ni qué pasó ayer, pero siento como si hubiesen intentado quitarme esa sensación que es a la vez un sentimiento. Me dicen que he vivido por encima de mis posibilidades, que ahora viviré peor que mis padres. Que he vivido demasiado bien y que ahora me tocará trabajar más duro para lograr la mitad que mis predecesores. Lo dicen como si se tratase de una enfermedad crónica que me condena, que me oprime. Por mi culpa, por mi gran culpa, perderé la única herencia que iba a recibir realmente valiosa: mi dignidad como persona y ciudadano.

Sin embargo, detrás de cada amanecer nublado, siempre sale el sol. Sueño con sacudirme este miedo pegajoso y desagradable y volver a sentir cómo se me eriza el pelo ante algo nuevo. Derribar ese muro que han puesto en el horizonte en el que están escritos todos nuestros miedos y llenar los pulmones con el aire de un nuevo día lleno de posibilidades.

No me importan los sacrificios ni tener que luchar el doble que los que vinieron antes. Sí me importa la injusticia y la torpeza con la que nos están gobernando. Creo en la necesidad de la familia y de la comunidad, en todas sus combinaciones y formas posibles. Creo en la igualdad de oportunidades para fomentar la libertad. Creo en los proyectos comunes porque nos llevan a alcanzar metas aún más grandes. Y ante todo creo en las personas, porque perder mi fe en ellas sería perderla en mí mismo; con mis flaquezas y mis virtudes.

Por eso siempre que haya un mañana, y eso no nos lo van a quitar a no ser que se alíen con el Doctor Muerte, quedará la esperanza. La fatalidad que se cierne sobre nosotros es sólo un puñado de números. Mientras queramos creer que eso es lo verdaderamente importante, estaremos bajo el yugo de su miedo.

Que no nos roben el futuro.

Salud & aventura.

PD: Gracias madre y padre por no ser millonarios, de ser así no me habría dado cuenta de muchas cosas. Sin embargo, muchas gracias por ser ricos en muchos muchos otros sentidos.

1 comentario:

Senior dijo...

Es más, después de oírte ayer hablar sobre el artículo del "periódico norteamericano", he seguido, dando vueltas, también a las ideas de Dorronsoro, y he comentado con un joven compañero la oportunidad del cambio, y ...¿que pasaría, si hoy en Madrid, Rajoy citara a todos los lideres, desde Alfredo a Bildu y no salieran de allí hasta acordar un mensaje común?¿qué fuerza no?... Imaginas que todos presentes, y el preidente comunicara:"España puede, con sus tiempos y sus formas, pero puede, y si no quieren los mercados, empezaremos replanteándonos la pertenencia a la Unión europea, sintiéndonos plenamente europeos y saliéndonos del euro si este solo sirve a unos pocos, porque creemos que debe servir a todos"...
¿Y por qué no?... al final tendrá que suceder, seguro que detrás de las nubes... ¡está el universo!
¡Alud de ventura!