miércoles, 16 de marzo de 2011

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asiateca.net
Me iba a ir a dormir pero la realidad ha amenazado con dejarme insomne. Y no por exceso de sensibilidad, sino por la total carencia de la misma. Cifras, datos, aromas, sensaciones, imágenes. No sé qué me da más miedo, si los terremotos, los tsunamis, los peligros nucleares o los tiburones de los mercados. Realmente, nada de eso. Dos son imprevisibles, otro es un riesgo conocido y el último una constante que está acabando con el mundo. Pero lo que me da más miedo es sentirme incapaz de llorar por todo lo que está pasando. Por dejarme doblegar, como siempre, ante todo lo malo. El miedo a no ser valiente me vuelve el doble de cobarde y, por eso, no tengo más que palabras.

Desde hace días venía oliendo la primavera. Es un aroma vibrante, luminoso, ligeramente salado y húmedo, como el mar. Hace mucho que no veo el mar, sin embargo siento que lo hecho de menos. Me gusta su rumor, su color, su presencia. Después del cielo sólo hay algo tan inmeso e impresionante, y eso es el mar. Tal vez no para un pez, pero como bípedo terrestre sólo puedo ser consciente de mi insignificancia frente a él. Capaz de arrasar y dar vida como un dios antiguo. Tan antiguo como el mundo.

Da miedo pensar que algún día el mar se levantará mientras lo observo a él, majestuoso y apacible, para devorarme a mí y todo lo que me rodée. También me da miedo pensar que el aire, ese aire con olor, o sabor, a primavera, resultase venenoso y tuviese que vivir con una mascarilla a la calle. Pero, ya que me siento paralizado de todas todas, que no sea por el miedo. Que sea intentando agarrar ese rayo fulgurante, esquivo e invisible. Intentando retratar ese instante en que se encierra la felicidad. Cuando estás lo suficientemente atento.

Nunca me he definido por ser un tipo especialmente alegre, pero así como la vida me parece bastante absurda en su conjunto, reconozco que tiene sus puntazos. Como los atardeceres. Cualquier cosa mejora ostensiblemente cuando el sol se esconde. Hasta el barrio más feo de tu ciudad. O ver un amanecer, sobre todo antes de acostarte. Y estar con alguien con el que no hagan faltas las palabras, a cualquier hora del día. 

Me encanta el olor a tierra mojada y el sonido de las tormentas. Me relaja quitar el agua del parabrisas con los limpia, aunque sea una tarea interminable. Y sentir la hierba mojada con los pies desnudos. También me gusta el olor a quemado, la única forma de sentir verdaderamente la transmutación de la materia. Me gusta esa sensación que causa el olor de la lumbre en un pueblo, y mirar absorto el fuego de una chimenea. Dicen que Prometeo nos dio el fuego, aunque creo que lo que hizo fue enseñarnos a respetarlo. 

Me gustaba escuchar a mis abuelos rezar juntos, por lo que significaba para ellos, lo que significaba para mí. Tantos años juntos, tantas dudas y tantas pruebas, tantas evidencias, pero seguían juntos al pie del cañón manteniendo la ingenuidad e inocencia que es motor y destructor del mundo. Me gustaba bajar de la estación a casa, en el pueblo, sin pedalear con la bici. Sentir que la gravedad haría todo el trabajo y yo sólo debía disfrutar. Como Juan Sin Miedo en una roca gigante, dando vueltas alrededor de una aún más grande y caliente, en medio de una inmensidad regida por la Física.

Me gustan las sonrisas, me dan paz. Una sonrisa, una sincera, es el mejor modo de conocer a alguien. Si alguien me sonríe, me siento seguro. También lo son las miradas, incluso las que no dicen nada. No hablo de colore, hablo de ese invisible acto de ver. De mirar, que es, a efectos prácticos, una caricia o un golpe sin las manos. Es gracioso pensar que pensemos que lo natural es que el cerebro esté detrás de los ojos, pero podría estar perfectamente en el pie izquierdo. Vemos las cosas como las vemos por una cuestión "geográfica", que los ojos están en la cara. Me gusta esa decisión evolutiva. Estoy de acuerdo con que es lo mejor.

Me gusta, aunque sea un terrible derroche, cuando las farolas se encienden y todavía no se a acabado el día. Porque cuando a la los últimos rayos del sol les sumas la luz de las farolas, ¡no se ve! Es como si la noche se fundiese con el día y el tiempo quedase en suspenso. Esos momentos de éxtasis. Como cuando ves a quien amas, a tu hijo recién nacido o simplemente una hoja de otoño caer de un árbol. Cuando todo pierde súbitamente importancia y es tu mirada, tu olfato, tu oído y tu tacto -ese perfume, esos colores, esos sonidos, esa brisa- los que toman el control y se dan un revolcón sensorial. ¿Quién no recuerda una cara con una melodía? ¿O un día entero con un olor?

Me gusta querer y ser querido. Me gusta la soledad y también estar con la gente. Me gusta aprender y enseñar. Me gusta saber y, por qué no, también muchas veces ignorar. Me gusta que estemos bien y me gustaría que otros estuvieran mejor. Me gusta mirar a los árboles desde arriba. Me gusta el cine, la música y... me gustan miles, millones de cosas posiblemente.

Tal vez para muchos ésto hoy no tenga sentido con lo que está pasando en el mundo. Cuando nos han robado la esperanza. Pero todo es un problema de perspectiva y de un montón de mentiras. No tiene sentido añorar lo que nunca se ha perdido, porque en esos instantes podemos tenerlo todo. Y por fortuna quedan marcados en nosotros para siempre. Qué pena que muchas veces no nos demos cuenta, que nos hayamos convertido en zombis. Que no busquemos ese instante y pensemos que nada tiene solución.

Y que nos gustaría sentirnos vivos.

ヘルス&冒険


4 comentarios:

Antiheroína dijo...

A mi también me gusta! Me he ido acordando de todas esas cosas de las que hablas y me has sacado sonrisas, escalofríos y ganas de repetir, espero que las cosas que tanto te gustan las hagamos dentro de un mes juntos (prometo llevarte a ver el mar, ver un atardecer, sonreir, quererte, etc.) Lo de bajar en bici por una cuesta sin frenos ya mejor te lo dejo a ti, jeje. Me gusta que hayas escrito esto, espero que no sea la única vez que pienses así. Mira más a menudo la vida de éste modo.

Senior dijo...

Me gusta, ...

Arnau dijo...

Yo... es que... cuando Antiheroína comenta no me quiero entrometer en la historia.

El antihéroe dijo...

Jejeje.