viernes, 23 de octubre de 2009

Olvídate de mí


No sé cómo empezar este texto. Me gustaría hablar de otras cosas, de la actualidad tan acuciante y del pasado obnubilante. Había una vez un emperador que no sabía hacer metáforas, y yo, tampoco. Al final, de eso se trata todo. Del enigma de la representación del que nos hablaba en clase de Teoría del Conocimiento el profesor Alejandro Llano. Él, desde la perspectiva epistemológica. Yo, de forma menos humilde y más grandilocuente, desde la realidad. Algunos viven su vida con la esperanza de que una vez muertos, signifique algo más que los actos vividos. "Era un buen tipo" no es una afirmación baladí. Es una esencia, hecha con palabras, que intenta encerrar todo el contenido de una vida. Yo he vivido demasiado poco e, igual, vivo obsesionado con esa última asertación.

Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver. Dicen que lo dijo James Dean, aunque más bien parece un reproche. Y, es que, ya nada es lo que parece. Hoy he leído que con los supercomputadores actuales, capaces de hacer billones de cálculos por minuto, consiguen hacer en pocos meses lo que toda la humandiad durante 10 años. Que numerosas investigaciones, desde la ingeniería a la física, pasando por la medicina o la biología, se están aprovechando de sus numerosas virtudes para hacer un trabajo titánico. Al menos, en el tiempo, porque les llevaría más de una vida lograrlo. Pueden reproducir galaxias, agujeros negros e, incluso, pautas de comportamiento. Quizá en el futuro, con pulsar una tecla, sabremos las respuestas a las preguntas antes de pronunciarlas. Adiós al amor.

¿Para qué tanta prisa? Recuero que el libro de Naomi Klein, No Logo, tenía el subtítulo de El poder de las marcas. Por supuesto, No Logo fue una marca fácilmente reconocible entre aquellos que querían acabar con el sistema. Sistema que garantizaba la posibilidad, ya no sólo de comprarse el libro con su dinero, sino de tener tiempo para leerlo y no tener que coser balones de sol a sol. Y no hay crimen, ni víctimas ni culpables. Como las camisetas y las chapas con la cara del belicoso Che Guevara. La revoluciones, al final, son sólo unas cuantas vueltas más. La gran rueda del mundo nunca se detiene.

La cadena de hechos que conforma la realidad sólo difiere en el juicio que hacemos de ellos. Así, los políticos siempre ganan en las votaciones, la culpa de las derrotas en fútbol es siempre del árbitro y él la mató porque "era suya". También una película aburrida puede hacernos sentir el paso de los eones en un puñado de minutos, y los primeros años de vida de un hijo escurrirse de la mano como puñados de agua. Ése es el misterio de la duración, que convierte algunas jornadas en eternas, e instantes en leyenda. Y nunca hay marcha atrás para recuperarlos.

Mi amigo Miguel me dijo hace tiempo que la vida era flujo. Su enfoque era determinista porque, al fin y al cabo, la vida tiende hacia la dirección que marca el tiempo, los ríos no suben las montañas. Igual que un arroyo se abre paso entre las piedras de las montañas, día a día se cumple que la vida mantiene un equilibrio entre imposibles. Y, aunque la probabilidad va haciendo mella, todos los ríos van a parar al mar. Jorge Manrique sabía de lo inevitable que es el final de este camino, y la física también. Aunque la energía ni se crea ni se destruye, porque siempre permanece -es el garante de que tengamos un "todo" e, incluso, un "algo"- se transforma. Inevitablemente, "lo que es" tiene que dejar de serlo, para pasar a ser otra cosa.

Por eso no comparto la prisa que no entiende de limitaciones. Verdaderamente no entiendo nada. Hay quién se cree en posesión de la verdad simplemente por haber vivido más, aunque no haya pensado ni cinco minutos en algunas cuestiones. Es como asegurar con privilegios a una persona que tiene 5 años de carné y sólo ha conducido uno. ¡Qué privilegiados somos de poder simplemente sentir la caricia del tiempo! Y qué egoísta soy por reflexionar sobre estas cuestiones, cuando son una pérdida de tiempo.

Un guardia civil me dijo, con profundo respeto y cariño, que la filosofía estaba hecha por ricos. Así lo atestigua la historia de la filosofía: esclavos, mayordomos, sacerdotes, empresarios y obreros han mantenido las mentes pensantes. Por eso el tipo que piensa, si llega a conclusiones importantes, no podrá aplicarlas a la realidad al estar separado de ella. Ni mano invisible de Adam Smith ni paraíso comunista de Karl Marx. Como cuando planeamos algo y sale mal, aunque en nuestra cabeza estaba todo perfectamente claro.

No sé, al final es como fotografiar. En el momento que uno toma la decisión de apretar el botón, la imagen queda registrada. Es un paso adelante. No hay vuelta atrás. El tiempo no espera a la decisión, ni el flujo. Ni siquiera la razón. Por eso en ocasiones hay que tomarla con el corazón, que no entiende de tiempo -o eso dicen-. Y, a partir de ese instante, es imposible equivocarte. No cambiaré el mundo, tal vez. No cambiaré ni tan siquiera yo mismo. Pero nunca me habré equivocado.

Dicen que más vale pájaro en mano que ciento volando. Pero no hay nada mejor que tenerlos todos dentro de tu cabeza. Sonreír al nuevo mundo. Puede llegar mañana.

Salud & aventura.

PD: Todas las fotos son de Robert and Shana Parkeharrison.

2 comentarios:

Senior dijo...

..."el misterio de la duración, que convierte algunas jornadas en eternas, e instantes en leyenda. Y nunca hay marcha atrás para recuperarlos." ... por eso trato de disfrutar los presentes, intensamente, vívidamente,... veo que sigues con "puzzles" geniales al repartir las palabras de tu pensammiento en el tapete blanco... bien, sigue así.
Por cierto, suelo decir que lo que más cuesta o lo que es más difícil, es decir no, suelo invitar a que se enseñe a decir NO a los más pequeños, que se lo digan y que aprendan... ¡enhorabuena!.

Arnau dijo...

Joder, Antihéroe, tú no tienes neuronas, tienes piezas del Tente.

Estupendo y magnífico artículo. Me dejas siempre sin palabras, agotado, pero también siempre cavilando. Es un estímulo visitarte.