
No sé cómo empezar este texto. Me gustaría hablar de otras cosas, de la actualidad tan acuciante y del pasado obnubilante. Había una vez un emperador que no sabía hacer metáforas, y yo, tampoco. Al final, de eso se trata todo. Del enigma de la representación del que nos hablaba en clase de Teoría del Conocimiento el profesor Alejandro Llano. Él, desde la perspectiva epistemológica. Yo, de forma menos humilde y más grandilocuente, desde la realidad. Algunos viven su vida con la esperanza de que una vez muertos, signifique algo más que los actos vividos. "Era un buen tipo" no es una afirmación baladí. Es una esencia, hecha con palabras, que intenta encerrar todo el contenido de una vida. Yo he vivido demasiado poco e, igual, vivo obsesionado con esa última asertación.
Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver. Dicen que lo dijo James Dean, aunque más bien parece un reproche. Y, es que, ya nada es lo que parece. Hoy he leído que con los supercomputadores actuales, capaces de hacer billones de cálculos por minuto, consiguen hacer en pocos meses lo que toda la humandiad durante 10 años. Que numerosas investigaciones, desde la ingeniería a la física, pasando por la medicina o la biología, se están aprovechando de sus numerosas virtudes para hacer un trabajo titánico. Al menos, en el tiempo, porque les llevaría más de una vida lograrlo. Pueden reproducir galaxias, agujeros negros e, incluso, pautas de comportamiento. Quizá en el futuro, con pulsar una tecla, sabremos las respuestas a las preguntas antes de pronunciarlas. Adiós al amor.
¿Para qué tanta prisa? Recuero que el libro de Naomi Klein, No Logo, tenía el subtítulo de El poder de las marcas. Por supuesto, No Logo fue una marca fácilmente reconocible entre aquellos que querían acabar con el sistema. Sistema que garantizaba la posibilidad, ya no sólo de comprarse el libro con su dinero, sino de tener tiempo para leerlo y no tener que coser balones de sol a sol. Y no hay crimen, ni víctimas ni culpables. Como las camisetas y las chapas con la cara del belicoso Che Guevara. La revoluciones, al final, son sólo unas cuantas vueltas más. La gran rueda del mundo nunca se detiene.


Por eso no comparto la prisa que no entiende de limitaciones. Verdaderamente no entiendo nada. Hay quién se cree en posesión de la verdad simplemente por haber vivido más, aunque no haya pensado ni cinco minutos en algunas cuestiones. Es como asegurar con privilegios a una persona que tiene 5 años de carné y sólo ha conducido uno. ¡Qué privilegiados somos de poder simplemente sentir la caricia del tiempo! Y qué egoísta soy por reflexionar sobre estas cuestiones, cuando son una pérdida de tiempo.

No sé, al final es como fotografiar. En el momento que uno toma la decisión de apretar el botón, la imagen queda registrada. Es un paso adelante. No hay vuelta atrás. El tiempo no espera a la decisión, ni el flujo. Ni siquiera la razón. Por eso en ocasiones hay que tomarla con el corazón, que no entiende de tiempo -o eso dicen-. Y, a partir de ese instante, es imposible equivocarte. No cambiaré el mundo, tal vez. No cambiaré ni tan siquiera yo mismo. Pero nunca me habré equivocado.

Salud & aventura.
PD: Todas las fotos son de Robert and Shana Parkeharrison.
2 comentarios:
..."el misterio de la duración, que convierte algunas jornadas en eternas, e instantes en leyenda. Y nunca hay marcha atrás para recuperarlos." ... por eso trato de disfrutar los presentes, intensamente, vívidamente,... veo que sigues con "puzzles" geniales al repartir las palabras de tu pensammiento en el tapete blanco... bien, sigue así.
Por cierto, suelo decir que lo que más cuesta o lo que es más difícil, es decir no, suelo invitar a que se enseñe a decir NO a los más pequeños, que se lo digan y que aprendan... ¡enhorabuena!.
Joder, Antihéroe, tú no tienes neuronas, tienes piezas del Tente.
Estupendo y magnífico artículo. Me dejas siempre sin palabras, agotado, pero también siempre cavilando. Es un estímulo visitarte.
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