lunes, 2 de febrero de 2009

Camino se hace al andar

Santonio Holmes tras enterarse de que Penélope Cruz había ganado un GOYA.

Ayer, 1 de febrero, se jugó de madrugada la XLIII Super Bowl -o lo que es lo mismo, el Supercuenco 43- que se llevaron los Pittsburgh Steelers en un final agónico. Posiblemente para el mundo sea la noticia más relevante, ya que se trata del acontecimiento deportivo del año en el hogar del Imperio. Viendo como nos ponemos aquí cada vez que gana uno de los nuestros -esto ha tenido también repercusión mundial y trascendental- es normal que todos estuviéramos ayer en ascuas a la hora de meternos en la cama para saber quién había ganado: Los Steelers o los Arizona Cardinals. ¡Qué sin vivir!

Por otro lado en Españaza ayer también pasaron cosas de profundo calado cósmico. La Academia de Cine Socialista -que no española, los españoles de pro no sólo no comparten sus designios, sino que recelan de todo aquello que huela a progreso- premió lo "mejor" de nuestro cine para laudear y festejar el gran momento de nuestro cine -o para hacer un akelarre-.
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Sí amigos, hablamos de los GOYA -Gente Ociosa Y Azarosa-, llamados así para darle glamour al evento y causar "admiración". Además, la alfombra roja dónde se pasean las estrellas no es roja, es verde, por aquello de tocar los cojones al personal y "distinguirse". Aunque todo el mundo sabe que el cine español goza de distinción y popularidad en todo el mundo. Teniendo en cuenta que el más distinguido es Pedro Almodóvar, con esa escena de sexo homosexual explícito de La mala educación -en el programa de cine de Angel Martín hicieron una gran crítica-, sabemos a ciencia cierta en dónde reside nuestra distinción.
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No es un misterio para nadie mi aversión hacia el cine patrio. No por motivos ideológicos: no me gustaría una película con guión de Don Pío Moa -el terrorista comunista reconvertido en historiador franquista- y puedo decir sin rubor que los vaivenes políticos de nuestros "artistas" tienen bastante de vaciedad y mucho de avaricia -por eso será español converso-. Al cine español le falta humildad, y mientras siga careciendo de ella, seguirá produciendo cagada tras cagada. Para llenar los vacíos de su producción, basada en grandes dosis de fortasec, sexo explícito y polvorones, se revisten de cierta legitimidad política que parece disculparles su cutrerío. Seguirán haciendo un cine ideológicamente anclado en los 70 y estéticamente en la movida madrileña hasta que no podamos seguir pagando sus desmanes.

Pero no quiero ser injusto. El cine español tiene auténticas joyas, aunque sea en el pasado o en formatos no comerciales. Como me ha enseñado Carlos Mugiro, profesor de Historia y Estética de la Comunicación Audiovisual, el cine abarca mucho más que lo comercial. Con él he aprendido el valor de cineastas como Víctor Erice, llegando a agradarme la arriesgada y bellísima -pero lenta- El sol del membrillo o darme cuenta de la calidad de gente como Azcona, Berlanga o Buñuel.

Pero no podemos vivir en el pasado. Y sí, hay películas españolas actuales que me han gustado mucho. Por ejemplo Noviembre, de Achero Mañas y estrenada en el 2003. Película sencilla, entretenida y hasta cierto punto reinvindicativa. También me gustó Mi vida sin mí, de Isabel Coixet - la de las compresas-, pero es coproducción con Canadá, así que no vale del todo. La Torre de Suso, del director novel Tom Fernández, es una joyita sin pretensiones, agradable de ver y que deja una buena sensación; y Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo, un genio por lo arriesgado y original de sus planteamientos -como el grandioso corto 7:35 de la mañana-. El laberinto del Fauno, una de mis pelis favoritas, para mí no es española, lo siento. Trasciende esas tonterías.

El cine gamberro del estilo Aribag, El día de la Bestia, Acción Mutante o Torrente es entretenido pero de calidad discutible. Y hay mucho cine interesante que no cuenta con una promoción adecuada: El Método, La habitación de Fermat o Intacto, por poner algunas, son buenas pelis a las que les falta sólo un compromiso serio de la industria. En eso se está adelantando el cine de terror, con El orfanato -que me pareció penosa, no así a la taquilla- y REC -pasable, ante todo gracias a Manuelita Velasco-.

Pero en fin, de las películas aquí comentadas ninguna ganó ayer un GOYA. La gran triunfadora fue Camino, de Javier Fesser. Este retrato de una niña enferma entronizada en mártir por el Opus Dei puede ser considerada "normal", lo que la convierte en mejor que la media de la producción española. Personalmente no creo que sea una crítica a la Obra exclusivamente, pero siempre quedará la sospecha de que su victoria no se haya debido a una campaña para desprestigiar al Opus. Al menos para conspiranoicos, cinéfilos de salón y españoles -aunque esta última categoría incluye las anteriores-. Sea como fuere, la Obra de Dios siempre tiene publicidad gratis -recordad el infame Código Da Vinci-.

Yo no he visto todas las que entraban a concurso, así que no sé cómo de merecida es su victoria. La que sí había visto era Los girasoles ciegos, basada en el excelente librito rojo y masón de Alberto Méndez -qué bonito apellido- y que era la gran favorita con 15 nominaciones. Reflejo de la vida durante el franquismo para aquellos que no comulgaban con el régimen y que no vivían tan plácidamente como Mayor Oreja, aunque éste vivía en las plácidas vascongadas y no en la convulsa Orense -Ourense para los meapilas de la significación lingüística-. La película, aunque es digna, cojea de varios sitios. Posiblemente su carácter marcadamente rojomasón, señalando a la Iglesia como íntima aliada de la represión franquista, le valió esa abultada lista de nominaciones y un único GOYA al maestro Azcona -a título póstumo- y su director.

Me dejo muchas cosas en el tintero, pero para qué comentar este complot socialista contra la Iglesia. La que está liando Zapatero arrebatando los valores españoles y cristianos a las artes mediante el canon, con el que compra sus historias y producciones. Pero no desesperemos. Hay cosas peores, como el cucharón de Arkaute. O que después de asombrar a todo el mundo ganando 8 oros olímpicos de forma dudosa y tras crear gran controversia sobre tu hipercalórica dieta -12000 calorías según unos, desayunos de 4000 según otros-, un "colega" venda fotos tuyas fumando mariguana.

Insisto. A mí lo que me importa es la victoria de los Steelers. ¡Arriba Acereros!

Salud & aventura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta, es de cine explícito, y además ¡todo lo que ignoro del cine españó!,,, bueno pero mi defecto profesional me impide despedirme sin citar que sobre la (u) de mariguana, no se hace necesaria la diéresis,,,y lo de las comas es porque el ordenador se niega a marcar los puntos,,,???

Anónimo dijo...

Buen destripamiento del cine español. Estoy a la par contigo en considerar “El laberinto del fauno” como una gran película (seguramente no llega a una de mis favoritas). En lo que sí estoy seguro es considerar una de sus frases (el subtitulo de tu blog la nombra) como una de mis preferidas.