Trabajo de vez en cuando en una gran superficie de artículos deportivos -una media de dos días a la semana y todos los festivos, que pagan más- para ganarme unos euros que gastar en perversiones varias. Según reza mi badge, una especie de tarjeta identificativa que llevo en el chaleco gris, soy un vendedor deportivo -hurra-.
Logré el trabajo gracias a mi gran curriculum y a que mi jefa de sección estudió conmigo filosofía en la universidad. De hecho, creo que el factor determinante fue mi amistad con ella. Soy y he sido un gran crítico del "enchufismo". Me critico muy amenudo. Pero es un trabajo sencillo, pagado -que no es poco- y que hasta yo puedo hacer.
Estoy en la sección de Salud y Aventura. Es una especie de badulaque dedicado al "deporte". No tenemos velas de cumpleaños ni postales con caritas de perro, pero tenemos: Gps's -gepeeses-, proteínas, linternas, maletas, relojes, sujeciones varias -rodilleras, muñequeras, fajas, tobilleras-, mapas, libros, isostar, barritas, mochilas, brújulas, protección solar, masajeadores, balanzas, cardiofrecuencímetros -vulgarmente llamados pulsómetros-, podómetros, anemómetros, estaciones metereológicas, carnitina, creatina, chocolate, agua, agua de sabores, gafas de sol, aminoácidos, compuestos de glutamina, curvilímetros, accesorios de viaje, comida deshidratada, mp3ses, cámaras desechables, pilas y prismáticos. Por desgracia, no tenemos euroconectores, aunque a mucha gente le pese.
Cuando quieres entrar a trabajar aquí te preguntan qué deportes prácticas o te gustan, para ver dónde te pueden meter. Viendo la lista de productos que hay en mi universo -cada sección es llamada así por la empresa-, es difícil imaginarse que clase de personas retorcidas trabajamos ahí.
Mi universo mete todas esas cosas en un único pasillo, de unos 17 metros -creo, soy pésimo para las distancias- con dos goteras. Cuando no hay clientes en la tienda, a la mañana o a la noche antes de cerrar, resulta relajante el golpe de las gotas contra la moqueta verde. Es aterciopelado, aunque contundente. El techo está a veinte metros.
Hay días malos y peores. Alguno bueno. Hoy he salido de muy mal humor. Unos niños negritos y mulatos, con pintas de pandillero -siento herir sensibilidades, pero las gorras, cazadoras de plumas, pantalones caídos y demás parafernalias son distntivos pandilleros- han estado amenizándome la tarde. Pululando continuamente por el escaso medio metro cuadrado -si llega- dónde están sitos los Mp3ses, que no llegan a los 30€ de precio. Así, dos horas y media. Me he fijado en ellos porque intentaban bailar, con dispar suerte, sus peonzas en la moqueta verde. Y a uno le llamaban "Busta".
Yo sabía que algo tramaban, porque no es la primera vez que alguien se pasa media hora o una hora en mi pasillo mirando las musarañas -aunque de eso no tenemos-. La táctica es esperar pacientemente a que el vendedor se vaya a hacer algo. Nosotros no podemos hacer nada más que quedarnos ahí mirando, esperando a que desistan. Muchas veces es mejor largarse y que hagan lo que les salga de los cojones.
Cuando se marchaban por fin, en grupitos, me he visto tentado de decir algo al de seguridad. Pero sin pruebas habría sido un abuso. ¿Si pillas justo al que no lleva nada? Y más importante ¿y si no llevan nada? Quizá sólo eran niños que jugaban a la peonza como hacía yo hace cuatro días.
Antes de irme ha venido una chica con las cajas de tres Mp3ses de los que han estado mirando los niños toda la tarde. Las había encontrado juntas entre la ropa de su sección. Igual no han sido ellos, pero me he acordado del pequeño, al que llamaban "Busta", al que mandaban todo el rato de un lado a otro. Era el que tenía cara de malo.
No tengo ninguna prueba de que hayan sido ellos. A lo mejor sólo tengo un prejuicio filonazi y ellos sólo eran críos con peonzas, que soñaban con poder comprarse un mp3 de colores en una tienda de deportes algún día. Pero ahora mismo sólo me parecen una pandilla de hijos de puta, especialmente el tal "Busta".
Logré el trabajo gracias a mi gran curriculum y a que mi jefa de sección estudió conmigo filosofía en la universidad. De hecho, creo que el factor determinante fue mi amistad con ella. Soy y he sido un gran crítico del "enchufismo". Me critico muy amenudo. Pero es un trabajo sencillo, pagado -que no es poco- y que hasta yo puedo hacer.
Estoy en la sección de Salud y Aventura. Es una especie de badulaque dedicado al "deporte". No tenemos velas de cumpleaños ni postales con caritas de perro, pero tenemos: Gps's -gepeeses-, proteínas, linternas, maletas, relojes, sujeciones varias -rodilleras, muñequeras, fajas, tobilleras-, mapas, libros, isostar, barritas, mochilas, brújulas, protección solar, masajeadores, balanzas, cardiofrecuencímetros -vulgarmente llamados pulsómetros-, podómetros, anemómetros, estaciones metereológicas, carnitina, creatina, chocolate, agua, agua de sabores, gafas de sol, aminoácidos, compuestos de glutamina, curvilímetros, accesorios de viaje, comida deshidratada, mp3ses, cámaras desechables, pilas y prismáticos. Por desgracia, no tenemos euroconectores, aunque a mucha gente le pese.
Cuando quieres entrar a trabajar aquí te preguntan qué deportes prácticas o te gustan, para ver dónde te pueden meter. Viendo la lista de productos que hay en mi universo -cada sección es llamada así por la empresa-, es difícil imaginarse que clase de personas retorcidas trabajamos ahí.
Mi universo mete todas esas cosas en un único pasillo, de unos 17 metros -creo, soy pésimo para las distancias- con dos goteras. Cuando no hay clientes en la tienda, a la mañana o a la noche antes de cerrar, resulta relajante el golpe de las gotas contra la moqueta verde. Es aterciopelado, aunque contundente. El techo está a veinte metros.
Hay días malos y peores. Alguno bueno. Hoy he salido de muy mal humor. Unos niños negritos y mulatos, con pintas de pandillero -siento herir sensibilidades, pero las gorras, cazadoras de plumas, pantalones caídos y demás parafernalias son distntivos pandilleros- han estado amenizándome la tarde. Pululando continuamente por el escaso medio metro cuadrado -si llega- dónde están sitos los Mp3ses, que no llegan a los 30€ de precio. Así, dos horas y media. Me he fijado en ellos porque intentaban bailar, con dispar suerte, sus peonzas en la moqueta verde. Y a uno le llamaban "Busta".
Yo sabía que algo tramaban, porque no es la primera vez que alguien se pasa media hora o una hora en mi pasillo mirando las musarañas -aunque de eso no tenemos-. La táctica es esperar pacientemente a que el vendedor se vaya a hacer algo. Nosotros no podemos hacer nada más que quedarnos ahí mirando, esperando a que desistan. Muchas veces es mejor largarse y que hagan lo que les salga de los cojones.
Cuando se marchaban por fin, en grupitos, me he visto tentado de decir algo al de seguridad. Pero sin pruebas habría sido un abuso. ¿Si pillas justo al que no lleva nada? Y más importante ¿y si no llevan nada? Quizá sólo eran niños que jugaban a la peonza como hacía yo hace cuatro días.
Antes de irme ha venido una chica con las cajas de tres Mp3ses de los que han estado mirando los niños toda la tarde. Las había encontrado juntas entre la ropa de su sección. Igual no han sido ellos, pero me he acordado del pequeño, al que llamaban "Busta", al que mandaban todo el rato de un lado a otro. Era el que tenía cara de malo.
No tengo ninguna prueba de que hayan sido ellos. A lo mejor sólo tengo un prejuicio filonazi y ellos sólo eran críos con peonzas, que soñaban con poder comprarse un mp3 de colores en una tienda de deportes algún día. Pero ahora mismo sólo me parecen una pandilla de hijos de puta, especialmente el tal "Busta".
7 comentarios:
Si no te hacen pagarlo no hagas mala sangre, no eres el encargado de la seguridad del local, digo yo...Hay de todo en este mundo. Por cierto, ¡¡¡chulo tu blog!!!
Eres un filonazi y lo sabes. Eso sí, estoy seguro que el tal Busta es un hijo de puta.
Y con lo que eres... no llamaste a los de seguridad para que despejarán el pasillo? o directamente pedir ayuda a los GEO o a los GAR. Que esos ahora parecen monos, pero dentro de nada se convertiran en perfectas maquinas de preocupación social.
Por cierto vaya parrafadas que metes. Chulo el bloj.
Sigue así Apopléjico... no lo dejes, yo quizás algún día retome el mío..
Un abrazo.
PD, yo siempre te leeré.
se te quiere!
Me ha gustado, el estilo, el aire, la forma, la seleccione de palabras,... muy bien,...¿pero de verdad que no hay euroconectores?...
Hablar de grandes superficies comerciales de artículos deportivos me asegura comentarios asegurados. Tendré que tirar del hilo.
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