La tauromaquia no es un arte ni una fiesta. Es la tortura y el asesinato de un animal que debería ser aborrecido por todo amante de la vida. Siempre he creído que la sociedad no es suficientemente madura para actuar responsablemente, por lo que la prohibición me parece acertada. Pero se queda corta. Cortísima, diría yo. La tortura y la muerte no deberían ser premisa para ningún negocio, por lo que se deberían prohibir las peleas de gallos -en Canarias es legal-. También la industria cárnica, que hacina a miles de pollos en lugares minúsculos sin ventilación, alterándoles sus ciclos de descanso para que pongan más huevos y crezcan más deprisa. Las vacas, electrocutadas para no dejar marcas; los cerdos, degollados vivos para que el corazón termine de bombear la sangre. Los peces, amontonados dentro de redes y asesinados sin piedad por asfixia. Podemos ser vegetarianos.
Tampoco deberían permitirse los festejos taurinos que llevan al escarnio y al estrés a miles de toros, vacas y vaquillas durante el verano en España. O esos estúpidos desfiles con mascotas disfrazas, forzándolas a ponerse una segunda piel que no necesitan y que puede ser peligrosa. Hay muchas cosas para hacer en verano antes que ver una tortura, como pasear con tu mascota. Sin correa, porque supone una coacción a su libertad animal. También exijo la prohibición del uso de elementos animales para la industria, a no ser que se trate de animales defenestrados por la edad.
Todo lo dicho para los animales, qué decir para los humanos. Prohibiría todo producto industrial fabricado en condiciones de pobreza y/o explotación. Prohibiría la deslocalización, que sumerge a miles de personas en la miseria para que nosotros podamos disfrutar de productos como el Ipad a un precio irrisorio de unos pocos cientos de euros. No se está ayudando a estos países, se está generando una explotación de recursos tan valiosos como son las personas. Vaciaría las tiendas de ropa que fuese elaborada en la otra punta del mundo bajo la premisa de trabajar mucho más y cobrar mucho menos. Se trata de la dignidad de los trabajadores y, eso, es algo universal.
Hay que prohibir todo lo que atente contra el medio ambiente, de cualquier modo, porque supone una agresión a nuestra vida y, sobre todo, a nuestro futuro. Se debería prohibir la contaminación industrial, la particular y la generación de residuos para los que no existe una manera eficiente y limpia de deshacerse. Prohibiría cualquier agresión a los ecosistemas, ya sea marítimos, terrestres o celestes. Los campos de cultivo deberán irse reduciendo para devolvérselo a la naturaleza hasta un límite controlado, al igual que se debería prohibir la contaminante industria del papel, que elimina cientos de árboles, hogares de miles de seres vivos tan dignos como los toros. Si falta alimentos, la ciencia nos proveerá de maná o recolectaremos. Respetando, eso sí, a los animales. Sobre los libros, los podremos leer en elementos electrónicos fabricados de forma limpia y eficiente. Si no, no leeremos.
Creo que hay que prohibir que la gente se haga daño, aunque sea ellos solos, porque forman parte de la sociedad y, siendo ésta mayoría, su vida es un bien de todos los que viven con él. Por lo que hay que prohibir las drogas, sean del tipo que sea. No sólo el tabaco, también el alcohol. Las muertes que genera el consumo del alcohol de forma directa o indirecta son inaceptables. Estamos hablando de la vida y dignidad de las personas, que es algo absoluto. El alcohol es un factor de riesgo que debería ser prohibido. Como conducir un coche; debería estar prohibido para la mayor parte de la gente. Muere menos gente pilotando cazas que automóviles, pero es más restrictivo el acceso a los primeros. Sólo unas personas cualificadas y muy preparadas deberían utilizar los medios de transporte, respetuosos con el medio ambiente.
Si la vida de un individuo es importante para la colectividad, también es importante que se preservada en las mejores condiciones posibles. Así que prohibiría el crecimiento desmesurado de la población que colapsa los hospitales y hace difícil erradicar enfermedades. Prohibiría la vejez, que consume recursos para una vida prácticamente extinta. Prohibiría el aborto siempre, porque no tengo pruebas de que en el momento de la concepción no exista ya una vida humana. La vida, humana o animal, es sagrada. Prohibiría la sanidad privada y subiría los impuestos hasta donde hiciera falta para tener una atención pública eficiente y efectiva.
Prohibir toda manifestación cultural que intente imponerse sobre otras debería ser algo prioritario. La cultura es el espíritu del pueblo y no podemos encorsetarlo con una corriente dominante. Se debe prohibir, o en todo caso regular, la influencia de la música y el cine extranjero, que se lleva por delante elementos indispensables de la cultura. Evitar la agresión externa y el olvido de lo propio con restricciones a lo foráneo es proteger, no discriminar. Quedan excluídas de esta protección todos los elementos supuestamente culturales, como los toros o las procesiones de Semana Santa. Lo primero por lo ya expuesto; lo segundo por la sencilla razón de que trastorna la vida de los no creyentes y supone una imposición ideológica.
Todo aquello que pueda molestar a alguien y lesionar algún aspecto de su vida, se guardará aquí. vía futuropasado
Cualquier elemento cultural que coarte la libertad deberá ser prohibido. Todo lo que irrite, moleste o hiera la sensibilidad de los individuos o su colectividad debería ser erradicado. Al menos su expresión pública. Las manifestaciones religiosas, políticas o patrióticas pueden y, de hecho, atentan, contra las personas, que comparten dignidad con los animales. Así mismo la utilización del ser humano con propósitos comerciales, sexuales, culturales o artísticos debería quedar prohibido. Rebajar la humanidad a un producto debería estar prohibido, porque ya se nota el daño moral que genera. Podemos anunciar lencería en las piedras.
Las personas son libertad. Son libres de decir y hacer lo que quieran y eso es algo inalienable y consustancial a su esencia como tal. Por lo tanto prohibiría cualquier entramado normativo que asfixiara esa libertad. Prohibiría la democracia, que nos obliga a someternos a los designios de los demás; prohibiría las creencias y dogmas, incluso los científicos, que aprisionan un alma radicalmente libre.
Y llega la paradoja de que habría que prohibir la libertad para ser completamente libres. El daño que el hombre hace a la sociedad, la tortura de un hombre a otro, el abuso de una persona sobre la naturaleza, es el peor que existe. Su crueldad, egoísmo y avaracía me hace pensar que debería ser de las primeras cosas en prohibirse. Deberíamos extinguirnos en un verdadero acto de coherencia y redención. Lo demás, son sólo excusas.
La vida es un mar de contradicciones, aunque pensemos de manera simple. Hay quien ve la valentía de un hombre enfrentándose a un animal bravo y los que sólo ven una tortura sangrienta. A mí los toros no me gustan ni me dejan de gustar, me dejan indiferente. Sólo sé que a mí nunca me han molestado, como sí lo hacen muchas otras cosas que ni me he planteado prohibir. Si es una costumbre atávica, ya acabará por desaparecer. Pero si hay que prohibir, hagamos el ejercicio de coherencia necesario para llegar hasta el final.
No me gusta lo que ha pasado, lo que está pasando. Igual debería prohibirme a mí.
Igual ya lo han hecho.
Salud & aventura.
Tampoco deberían permitirse los festejos taurinos que llevan al escarnio y al estrés a miles de toros, vacas y vaquillas durante el verano en España. O esos estúpidos desfiles con mascotas disfrazas, forzándolas a ponerse una segunda piel que no necesitan y que puede ser peligrosa. Hay muchas cosas para hacer en verano antes que ver una tortura, como pasear con tu mascota. Sin correa, porque supone una coacción a su libertad animal. También exijo la prohibición del uso de elementos animales para la industria, a no ser que se trate de animales defenestrados por la edad.
Por no hablar del mundo de la investigación. Desde los primates a las ratas, sus vidas no pueden estar destinadas a un fin utilitario. Cualquier tipo de investigación que necesite la experimentación, que se realice en el propio equipo investigador. Los animales tienen dignidad y hay muchas formas de experimentar sin recurrir a los animales. El progreso no se puede hacer a costa de seres vivos.
Tienen la misma dignidad que un toro y a los estudiantes de medicina les hacen drogarlos con antidepresivos y dejarlos morir ahogados. Es brutal.Hay que prohibir todo lo que atente contra el medio ambiente, de cualquier modo, porque supone una agresión a nuestra vida y, sobre todo, a nuestro futuro. Se debería prohibir la contaminación industrial, la particular y la generación de residuos para los que no existe una manera eficiente y limpia de deshacerse. Prohibiría cualquier agresión a los ecosistemas, ya sea marítimos, terrestres o celestes. Los campos de cultivo deberán irse reduciendo para devolvérselo a la naturaleza hasta un límite controlado, al igual que se debería prohibir la contaminante industria del papel, que elimina cientos de árboles, hogares de miles de seres vivos tan dignos como los toros. Si falta alimentos, la ciencia nos proveerá de maná o recolectaremos. Respetando, eso sí, a los animales. Sobre los libros, los podremos leer en elementos electrónicos fabricados de forma limpia y eficiente. Si no, no leeremos.
Creo que hay que prohibir que la gente se haga daño, aunque sea ellos solos, porque forman parte de la sociedad y, siendo ésta mayoría, su vida es un bien de todos los que viven con él. Por lo que hay que prohibir las drogas, sean del tipo que sea. No sólo el tabaco, también el alcohol. Las muertes que genera el consumo del alcohol de forma directa o indirecta son inaceptables. Estamos hablando de la vida y dignidad de las personas, que es algo absoluto. El alcohol es un factor de riesgo que debería ser prohibido. Como conducir un coche; debería estar prohibido para la mayor parte de la gente. Muere menos gente pilotando cazas que automóviles, pero es más restrictivo el acceso a los primeros. Sólo unas personas cualificadas y muy preparadas deberían utilizar los medios de transporte, respetuosos con el medio ambiente.
Si la vida de un individuo es importante para la colectividad, también es importante que se preservada en las mejores condiciones posibles. Así que prohibiría el crecimiento desmesurado de la población que colapsa los hospitales y hace difícil erradicar enfermedades. Prohibiría la vejez, que consume recursos para una vida prácticamente extinta. Prohibiría el aborto siempre, porque no tengo pruebas de que en el momento de la concepción no exista ya una vida humana. La vida, humana o animal, es sagrada. Prohibiría la sanidad privada y subiría los impuestos hasta donde hiciera falta para tener una atención pública eficiente y efectiva.
Prohibir toda manifestación cultural que intente imponerse sobre otras debería ser algo prioritario. La cultura es el espíritu del pueblo y no podemos encorsetarlo con una corriente dominante. Se debe prohibir, o en todo caso regular, la influencia de la música y el cine extranjero, que se lleva por delante elementos indispensables de la cultura. Evitar la agresión externa y el olvido de lo propio con restricciones a lo foráneo es proteger, no discriminar. Quedan excluídas de esta protección todos los elementos supuestamente culturales, como los toros o las procesiones de Semana Santa. Lo primero por lo ya expuesto; lo segundo por la sencilla razón de que trastorna la vida de los no creyentes y supone una imposición ideológica.
Todo aquello que pueda molestar a alguien y lesionar algún aspecto de su vida, se guardará aquí. vía futuropasado
Cualquier elemento cultural que coarte la libertad deberá ser prohibido. Todo lo que irrite, moleste o hiera la sensibilidad de los individuos o su colectividad debería ser erradicado. Al menos su expresión pública. Las manifestaciones religiosas, políticas o patrióticas pueden y, de hecho, atentan, contra las personas, que comparten dignidad con los animales. Así mismo la utilización del ser humano con propósitos comerciales, sexuales, culturales o artísticos debería quedar prohibido. Rebajar la humanidad a un producto debería estar prohibido, porque ya se nota el daño moral que genera. Podemos anunciar lencería en las piedras.
Las personas son libertad. Son libres de decir y hacer lo que quieran y eso es algo inalienable y consustancial a su esencia como tal. Por lo tanto prohibiría cualquier entramado normativo que asfixiara esa libertad. Prohibiría la democracia, que nos obliga a someternos a los designios de los demás; prohibiría las creencias y dogmas, incluso los científicos, que aprisionan un alma radicalmente libre.
Y llega la paradoja de que habría que prohibir la libertad para ser completamente libres. El daño que el hombre hace a la sociedad, la tortura de un hombre a otro, el abuso de una persona sobre la naturaleza, es el peor que existe. Su crueldad, egoísmo y avaracía me hace pensar que debería ser de las primeras cosas en prohibirse. Deberíamos extinguirnos en un verdadero acto de coherencia y redención. Lo demás, son sólo excusas.
La vida es un mar de contradicciones, aunque pensemos de manera simple. Hay quien ve la valentía de un hombre enfrentándose a un animal bravo y los que sólo ven una tortura sangrienta. A mí los toros no me gustan ni me dejan de gustar, me dejan indiferente. Sólo sé que a mí nunca me han molestado, como sí lo hacen muchas otras cosas que ni me he planteado prohibir. Si es una costumbre atávica, ya acabará por desaparecer. Pero si hay que prohibir, hagamos el ejercicio de coherencia necesario para llegar hasta el final.
No me gusta lo que ha pasado, lo que está pasando. Igual debería prohibirme a mí.
Igual ya lo han hecho.
Salud & aventura.
6 comentarios:
Estimulante, tras su lectura me quedo sereno, satisfecho, contento conmigo mismo, alegre, nada traumatizado y contento por encontrar alguien que ha pensado y que ha sabido poner negro sobre blanco, lo que las nubes de mi pensamiento no lograban descargar...
Gracias, "bienvuelto"...
Como siempre un placer leerte, de nuevo.
Solamente una salvedad: los libros sí, por favor. Aunque sean siempre con papel reciclado, y reciclado, y reciclado...
Mañana, por tu culpa, me iré de vacaciones con puñales en la consciencia. ¿Cómo lo consigues, malandrín?
Ya... Es posible reducir al absurdo cualquier decisión humana, puesto que siempre será subjetiva, sesgada e incompleta. El concepto de libertad es algo que tenemos en nuestra cabeza, en realidad no somos más libres que las moscas (por muy inteligentes que creamos ser). Sin embargo, existe una conciencia o regla colectiva llamada "moral", que se construye mediante costumbre, moda y leyes. Una corrida de toros choca de frente contra mi concepción de lo que es "moral", es una pena que muchos otros no compartan lo mismo. Por supuesto, la moral, al ser humana, es contradictoria y absurda. Pero de alguna forma tenemos que existir...
Pero dime por qué primero debemos prohibir los toros, como algo vital. Hay muchas cosas más importantes, pero a la hora de prohibir... los toros resulta lo más cómodo.
hombre... la experimentación animal es necesaria... si no, no podremos usa cremas, jabones, medicamentos, etc etc etc... algo a lo que no estoy dispuesta.
Y el arte del toreo no es una tortura animal. ¿Sabeis que en el momento de clavarle la espada el todo no sufre?, ¿Sabeis que los picadores y banderilleros se las clavan para evitar un infarto al toro?, ¿Sabeis que si un torero mata mal, y obliga a hacer una "carniceria" a un toro el publico abuche y el toro pierde sus trofeos?, ¿sabeis que si un toro es bueno se le indulta y vive a cuerpo de rey el resto de su vida?, ¿sabeis que hasta el momento de la lidia el toro es el animal que mejor vive?
¿Pero como te vas a prohibir tú si eres único e irrepetible? Me alegra saber que el calor no ha derretido tus rizos ni, lo que es más importante, tu cerebro.
Espero que hayas pasado un buen verano. Un abrazo, Román.
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