sábado, 5 de junio de 2010

...el horror, el horror...

"Después de Auschwitz no es posible escribir poesía" . Theodor Adorno

"Y así se acaba el mundo Y así se acaba el mundo Y así se acaba el mundo No con un estallar, con un sollozo".
Los últimos cuatro versos del poema The Hollow Men T.S. Elliot (traducción de Julio Hubard)

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
Carta del Jefe indio Seattle al presidente de EE.UU (1854)



El horror, al contrario de lo que normalmente se cree, no se esconde en el corazón de las tinieblas de un remoto país. Esa tiniebla densa, vacía e irracional se encuentra en el corazón de todas las personas. Y como un depredador devora toda la luz de la razón y la voluntad. Acechando en los recovecos de la imaginación, el terror a los desconocido o incomprensible ha delimitado lo que está más allá de toda contemplación. Un límite en el que no importa el bien o el mal, tan sólo el vacío que provoca. El horror.

El horror es inaprensible, se escapa viscoso de los intentos por comprenderlos. Sin embargo la atracción racional hacia lo irracional nos lleva en muchas ocasiones a asomarnos al abismo. A cruzar ese límite, en experimentar aquello que escapa, que aborrecemos con sólo pensarlo y a lo que, sin quererlo, nos sentimos llamados. El asesinato, la violación, el suicidio, el abuso, la destrucción... realidades cotidianas sensibles a todo ser humano. Algunos accedemos sólo desde la ficción, desde los grandes titulares, desde la cómoda posición del voyeur, del mirón. Otros cruzan la línea y son consumidos. No deseo que nadie muera, pero no deseo que nadie mate.

El mundo es una red, un sistema, en el que todos los factores tienen una función de correlación. Es absurdo pensar que la acción humana puede reducirse a un ámbito. Pero no comprendemos las relaciones, los vínculos, las reciprocidades del orden caótico de la naturaleza. Destruímos esos lazos contínuamente y nos encadenamos a otros. Rompemos el orden establecido para instalar el nuestro. No sólo en la naturaleza, sino en el conocimiento. Toda ciencia es una explicación del universo. Una explicación, una adecuación de la realidad a nuestra razón.
Un agujero negro es límite del universo.

Sin embargo el horror no encuentra acomodo en ninguna categoría del conocimiento. Sencillamente porque es un ausencia completa de todo. En la estética, o teoría del arte, existe un concepto parecido pero de connotaciones positivas. "Lo sublíme" es aquello que nos atrapa y nos muestra algo en toda su grandiosidad. Es la contemplación del todo, que nos acongoja y nos lleva al infinito. Schopenhauer señala que esta experiencia nos demuestra nuestra insignificancia y facilita nuestra comunión con la naturaleza. Por supuesto, lo realmente sublíme no puede ser reproducido y, si es caso, siempre representará a un hecho de la naturaleza.

El horror, sin embargo, nos señala nuestra absoluta soledad. La nada de Sartre y su náusea es sólo una intuición. El horror es verse inundado absolutamente por ese vacío. Ser arrastrado en contra de tu voluntad hacia la más profunda negatividad. Es la otra cara de los logros de la razón, la cara oculta de nuestra concepción humana. Sólo nosotros podemos traspasar ese límite como animales racionales. Y no existe razón social o causa ambiental que nos lleve a pasar la línea o, una vez psada, no dar marcha atrás. Somos víctimas, jueces y verdugos.

El horror y el odio son irracionales y recíprocos. Crecen en nuestro interior y son capaces de acabar con todo. Se trata de una zona muerta en la que el vacío es la única compañía, llevándonos cada vez más lejos de la seguridad. Podremos buscar un enfoque utilitarista, pragmático o sentimental. Podremos darle una interpretación religiosa o misteriosa. Pero lo único que se oculta detrás de esa repulsión, ese odio y esa obsesión será el horror. Y detrás, nada.
El horror.

¿Por qué el horror? Después de la derrota de la Alemania nazi se descubrieron las atrocidades que se habían cometido contra millones de personas. No sólo judíos, también comunistas, retrasados, homosexuales o gitanos. Adorno dijo entonces que después de aquello no se podría volver a escribir poesía. La magnitud de aquel horror debería quedar marcado a fuego para siempre para que no se repitiera. Su constatación, o tal vez su aviso, quedaron sepultadas en la memoria.

Ahora vemos cómo aquel horror no sirvió de nada. Sólo sirvió para generar una guerra perpetua fundamentada en el odio. A las víctimas les faltó tiempo para convertirse en verdúgos, dando una lección de que el hombre no es racional, es irracional. Pero el conflicto palestino-israelí es sólo una gota en este mar inmenso de horrores cotidianos. El silencio y la tibieza internacional respecto a este caso es vergonzoso, pero su silencio es completo en muchas otras parcelas.

La "socialización del dolor", ese horror que inventaron los terroristas para compartir su vacío, su odio y su rabia, vive un momento álgido gracias a las televisiones. Desde la comodidad de nuestro sillones vemos abusos, violaciones, asesinatos, muertes, injusticia e irracionalidad sin escapar, alejando los límites y dejándonos consumir por ese vacío. Matamos nuestro planeta, sometemos al hambre y la ignorancia a MILLONES de personas. Al día mueren 26.000 niños, haciendo un total de más de 9.000.000 de niños anualmente, la mitad a causa del hambre. Eso es horror.
Un niño con una infección. 26.000 al día sufren cosas peores cada día.

El horror nos está calando el alma, nos está consumiendo en su irracionalidad y su vacío. ¿Sentís que no hay propósito? ¿Qué nadie gana y que perdemos todos? No podemos engañarnos, el horror que nace en nuestro interior nos está consumiendo. Lenta pero insidiosamente. Sin que nos demos cuenta. Por eso entiendo las últimas palabras del coronel Kurtz en Apocalypse Now:



Salud & aventura.

4 comentarios:

izanik dijo...

Tienes que leer el libro de Conrad. La película está muy bien, pero el libro... Ya sabes lo que suele ocurrir con estas cosas. Un abrazo.

El antihéroe dijo...

Ya leí el libro. Y yo soy de los que disfrutaron más con la película. Salud!

Senior dijo...

El horror puede ser la nada, pero es coetaneo al hombre, porque ante un volcan, la vida, animales y plantas, huyen o fenecen, es con el hombre, con quien ante esa fuerza, impotente, ante lo incomprensible, lo injusto, lo que no comprende, nace el horror...luego, practicando y usándolo como "solucion final" o como "resignación" convive con nosotros siendo difícil de erradicar, creo que más difícil que las enfermedades...

Arnau dijo...

El horror tendría que empezar sin "h" y con "e". Pero desgraciadamente no es así.