Cartel de la película sueca Låt den rätte komma in (Déjame entrar) de Tomas Alfredson.
El folclore siempre ha tenido como prioridad preservar las buenas costumbres. Los vampiros nunca pueden entrar en tu hogar si no son invitados previamente. Su fin último, aunque vil, es humanitario: el vampiro necesita beber tu sangre y la de tu familia para vivir. Nuestros ancestros consideraron que si les invitabas a entrar en casa aceptabas el pacto implicito de convertirte en alimento. Es el tipo de sabiduría que genera un sentido práctico de la vida en alguien que también tiene que sobrevivir como sea.
La película del cartel trata de un niño sueco que tiene una amiga vampira a la que, por suepuesto, deja entrar en su casa, en su mundo y en su vida -y no os diré lo que pasa-. Fantasías a un lado, no siempre un vampiro que entra en un hogar se pega una borrachera de hemoglobina. Dudo mucho que un vampiro pudiese pegarse un festín con muchos ciudadanos respetables de nuestra sociedad sin provocarse una úlcera por la bilis ingerida. O puede que, simplemente, vaya a hacer una visita de cortesía.
El tema de la hospitalidad es algo muy incomprendido. De hecho, el ser humano siente una atracción desmedida por estar allí donde, al menos previamente, no debería estar. Bajo el mar, en las más altas cumbres, en los desiertos y hasta en la luna. Es más, hay comunidades de personas que viven en lugares inhóspitos -no hospitalarios-. De hecho, ese sentimiento de que el lugar donde no nos quieren es el lugar en el que debemos estar se extiende a todas las facetas de la vida.
En el amor, muchas veces amamos a la persona que no nos corresponden. En la escala social, el rico desearía ser sencillo y feliz mientras el pobre desearía llorar podrido de dinero... y no sin él. Los hombres quieren ser mujeres y las mujeres ser hombres. Los homosexuales se pelean por pertenecer a una Iglesia -institución- que los rechaza, al igual que muchos cristianos exigen al mundo musulman que no maltrate a la mujer. Los minusválidos escalan el Everest, los ciegos quieren conducir, los sordos quieren discos de música para ellos y los mudos insisten en sacar discos a capela.
Da igual que un negro norteamericano quiera entrar en el KuKuxKlan o que una deportista iraní quiera competir en igualdad de condiciones con el resto de países con un burka. Alguien dirá que "está en su derecho". Yo no tengo nada en contra, todo el mundo tiene derecho a hacer el imbécil y pegarse un tiro si quiere. Lo que es una pena es que no echemos mano del sentido común. Hay gente más empeñada en demostrar que posee un derecho -compartir el coche del Rey para ir al trabajo porque, total, lo pagamos todos- que en disfrutar los que ya tiene. Además, siempre tendrá detrás una concurrencia de "solidarios" que le animarán a seguir con su lucha mientras ellos van en sus propios coches a trabajar.
Aminatu Haidar es una persona que me merece todo el respeto. Estoy plenamente de acuerdo con su lucha, entiendo su desesperación y la injusticia a la que le somete Marruecos. Su situación debe ser desesperada, más teniendo en cuenta que tiene el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy, entregado en el Senado norteamericano, cuando fue precisamente este país el que precipitó la salida de España del Sahara con su protección al regimen marroquí. No es la primera vez que el país de la libertad y la paz innata apoya una injusticia.
No sé que opciones tuvo España para ayudar al pueblo saharaui, lo que sé es que el estado marroquí, con su jefe de estado a la cabeza, es el que está usurpando el derecho del pueblo saharaui a gobernarse. Un derecho reconocido internacionalmente -no como eso de entrar en un restaurante con pijama- que Mohamed VI se pasa por el forro de los cojones. La protesta que Haidar está realizando en el aeropuerto de Lanzarote es estéril y desesperada.
A los gobernantes marroquís les da igual lo que pase con Haidar, porque ya ha quedado claro que las reacciones internacionales a las injusticias globales -gas en Ucrania, revolución verde en Irán, terrorismo de estado israelí, corrupción en Latinoamérica, matanzas y hambrunas en África, pruebas nucleares de Corea del Norte, censura y demás en China- se limitan a protestas en cumbres de gobernantes, caras serias de los líderes mundiales, alguna multa y poco más. A otra cosa mariposa.
De lo único que está sirviendo es para que otra vez nuestros políticos y nuestra sociedad se tire los trastos a la cabeza. Como buenos hijos de Caín. Que esta mujer pida al mundo volver a hogar junto sus hijos y vivir con dignidad es algo que piden no miles, millones de personas todos los días. Lo siento, pero aunque entienda a la activista, creo que se equivoca del todo. Si quería soluciones quizá debería haberse quedado en el aeropuerto de Nueva York, a ver si el primer nobel de la paz negro y presidente de EEUU puede hacer algo.
El vampiro jamás entraba en la casa donde no era invitado y, jamás, se quedaba hambriento en la puerta de los hogares que acechaba. Buscaba otras soluciones. Era un ser antiguo, supongo. Espero que Haidar no desfallezca en su lucha y olvide pronto este bochornoso episodio, olvide a los payasos de siempre que la jalearon o abuchearon por rendirse durante más de un mes en la puerta en un aeropuerto.
Salud & aventura Haidar.
La película del cartel trata de un niño sueco que tiene una amiga vampira a la que, por suepuesto, deja entrar en su casa, en su mundo y en su vida -y no os diré lo que pasa-. Fantasías a un lado, no siempre un vampiro que entra en un hogar se pega una borrachera de hemoglobina. Dudo mucho que un vampiro pudiese pegarse un festín con muchos ciudadanos respetables de nuestra sociedad sin provocarse una úlcera por la bilis ingerida. O puede que, simplemente, vaya a hacer una visita de cortesía.
El tema de la hospitalidad es algo muy incomprendido. De hecho, el ser humano siente una atracción desmedida por estar allí donde, al menos previamente, no debería estar. Bajo el mar, en las más altas cumbres, en los desiertos y hasta en la luna. Es más, hay comunidades de personas que viven en lugares inhóspitos -no hospitalarios-. De hecho, ese sentimiento de que el lugar donde no nos quieren es el lugar en el que debemos estar se extiende a todas las facetas de la vida.
En el amor, muchas veces amamos a la persona que no nos corresponden. En la escala social, el rico desearía ser sencillo y feliz mientras el pobre desearía llorar podrido de dinero... y no sin él. Los hombres quieren ser mujeres y las mujeres ser hombres. Los homosexuales se pelean por pertenecer a una Iglesia -institución- que los rechaza, al igual que muchos cristianos exigen al mundo musulman que no maltrate a la mujer. Los minusválidos escalan el Everest, los ciegos quieren conducir, los sordos quieren discos de música para ellos y los mudos insisten en sacar discos a capela.
Da igual que un negro norteamericano quiera entrar en el KuKuxKlan o que una deportista iraní quiera competir en igualdad de condiciones con el resto de países con un burka. Alguien dirá que "está en su derecho". Yo no tengo nada en contra, todo el mundo tiene derecho a hacer el imbécil y pegarse un tiro si quiere. Lo que es una pena es que no echemos mano del sentido común. Hay gente más empeñada en demostrar que posee un derecho -compartir el coche del Rey para ir al trabajo porque, total, lo pagamos todos- que en disfrutar los que ya tiene. Además, siempre tendrá detrás una concurrencia de "solidarios" que le animarán a seguir con su lucha mientras ellos van en sus propios coches a trabajar.
Aminatu Haidar es una persona que me merece todo el respeto. Estoy plenamente de acuerdo con su lucha, entiendo su desesperación y la injusticia a la que le somete Marruecos. Su situación debe ser desesperada, más teniendo en cuenta que tiene el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy, entregado en el Senado norteamericano, cuando fue precisamente este país el que precipitó la salida de España del Sahara con su protección al regimen marroquí. No es la primera vez que el país de la libertad y la paz innata apoya una injusticia.
No sé que opciones tuvo España para ayudar al pueblo saharaui, lo que sé es que el estado marroquí, con su jefe de estado a la cabeza, es el que está usurpando el derecho del pueblo saharaui a gobernarse. Un derecho reconocido internacionalmente -no como eso de entrar en un restaurante con pijama- que Mohamed VI se pasa por el forro de los cojones. La protesta que Haidar está realizando en el aeropuerto de Lanzarote es estéril y desesperada.
A los gobernantes marroquís les da igual lo que pase con Haidar, porque ya ha quedado claro que las reacciones internacionales a las injusticias globales -gas en Ucrania, revolución verde en Irán, terrorismo de estado israelí, corrupción en Latinoamérica, matanzas y hambrunas en África, pruebas nucleares de Corea del Norte, censura y demás en China- se limitan a protestas en cumbres de gobernantes, caras serias de los líderes mundiales, alguna multa y poco más. A otra cosa mariposa.
Los gobernantes chinos pronto encontrarán un uso a todas las infraestructuras de las pasada Olimpiadas.
De lo único que está sirviendo es para que otra vez nuestros políticos y nuestra sociedad se tire los trastos a la cabeza. Como buenos hijos de Caín. Que esta mujer pida al mundo volver a hogar junto sus hijos y vivir con dignidad es algo que piden no miles, millones de personas todos los días. Lo siento, pero aunque entienda a la activista, creo que se equivoca del todo. Si quería soluciones quizá debería haberse quedado en el aeropuerto de Nueva York, a ver si el primer nobel de la paz negro y presidente de EEUU puede hacer algo.
El vampiro jamás entraba en la casa donde no era invitado y, jamás, se quedaba hambriento en la puerta de los hogares que acechaba. Buscaba otras soluciones. Era un ser antiguo, supongo. Espero que Haidar no desfallezca en su lucha y olvide pronto este bochornoso episodio, olvide a los payasos de siempre que la jalearon o abuchearon por rendirse durante más de un mes en la puerta en un aeropuerto.
Salud & aventura Haidar.
2 comentarios:
Media humanidad pide entrar. La otra media pide salir. Un mundo de locos que nunca se pone de acuerdo.
Me resulta triste oir a esa mujer decir que España es responsable...¿de qué?... sin EE.UU. Marruecos no seria quien es, le reconozco que usa bien sus "enchufes", igual que Obiang Nguema, pero con la salvedad de estar de vecino y con frontera europea... solo con ver con que amenaza, se distingue "su estilo", con la pesca, la inmigracion y la lucha contra las drigas... conclusion, le importa un pito la industria pesquera marroqui, passa de sus ciudadanos adictos y adeptos, y cómo no, le importa una mierda el trafico de drogas, (alguien tendrá coche nuevo)... y viene esta señora y dice que España es responsable... espero que se una a ella pronoto Cospedal, solo falta esa, la Diez ya estuvo alli....
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