miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cuando fuimos los mejores

Por muy poco no se ven las eras de Cardeñosa... Más aquí.

Cuando era más niño tenía la fortuna de pasar algunos días del verano en mi pueblo, Cardeñosa de Ávila. Nunca hice amigos allí y, de pequeño, me encerraba en el patio a jugar con soldaditos de plástico u otros juguetes. Luego, con el tiempo, vinieron la bicicleta y la lectura. Últimamente me viene mucho a la memoria todo esto, igual porque solíamos ir en agosto, y muchas veces representaba el final del verano.

Tengo un recuerdo que vuelve mucho a mi memoria. En las eras del pueblo hay un camino bastante recto y liso por el que me encantaba ir con la bici. Podía pasarme una hora subiendo y bajando por aquel puñado de metros, sintiendo la libertad del cielo abierto sobre mí y la amplitud de los campos segados a los lados. Pedaleaba muy fuerte al principio, y luego me dejaba llevar por la inercia. Me imaginaba conduciendo un coche o una moto. Y era una sensación increíble.

El otro día volvía a casa del trabajo con mi Marbella y en una pendiente suave metí quinta y dejé que la inercia llevara el coche. No iba a más de 40 kilómetros por hora, pero era una sensación muy parecida. Me pregunté cuándo perdí aquella fascinación por los vehículos autopropulsados. Cuándo me inventé que ya lo sabía todo y ya nada podría sorprenderme. Y por qué.

Uno de los peores vicios de la humanidad es aprender de los demás. Si a alguien se le plantea un problema y lo soluciona, sienta jurisprudencia. El siguiente no se planteará cómo arreglar el entuerto, simplemente seguirá las enseñanzas. Da igual que sea una mala solución o sea mejorable, ya estará asentada la pauta de comportamiento. Si se trata de algo relativamente amable o razonable, hablaremos de tradición. Cuando es algo manifiestamente negativo, y carente de explicación, decimos que la vida es así -de hijadeputa-.

¿Qué nos pasó? Las generaciones anteriores lucharon por la libertad, y las anteriores para poder vivir. Siempre he tenido miedo a la exigencia, porque siempre pienso que no me darán tiempo a rectificar, a aprender. Pero lo necesito, necesito despertar y hacer las cosas bien. Aceptaré si llega el momento de darme cuenta de que no sirvo para esto o lo otro, pero quizá encuentre el lugar adecuado para mí. Pero para enseñar hace falta paciencia, y ya no nos queda.

Ahora vivimos de simulacros. En un mundo en el que tenemos toda la información en todo momento, considero que no sabemos nada. Nadie nos hará perder tiempo en saber cómo funciona un molino eólico, porque nos informará también de cómo se cruza un paso de peatones en Tokio. Opinamos sobre Irán, sobre E.E.U.U., sobre Valencia y sobre nuestro barrio con un clik del ratón. Lo que debería generar un mundo interconectado e informado sólo ha creado una masa voces, un océano de corrientes perdidas en una inmensidad inabarcable. Y todos estamos en medio de ninguna parte.

Me siento culpable. Quiero un mundo para todos, porque creo que es lo natural. El problema es que no podremos hacer lo que nos venga en gana. Tendremos que esforzarnos en comer algunos alimentos una vez al mes, o en cambiar las cosas sólo cuando dejen de sernos útil. Pero yo no puedo pediros esfuerzos porque soy el más flojo de los flojos, y solo no puedo. Por eso recuerdo cuando era un niño, hace cuatro días, y veo cuando todo era posible.

El otro día en Olite había unos críos jugando con un toro de cartón, de esos que van sobre una rueda. Sólo había que verlos jugar y recordar. No era sencillo, porque enseguida volvía el recuerdo de la vida adulta y las prisas. El hacer "algo" útil. ¿Qué nos pasa? No digo que no debamos madurar, pero sí que no dejemos de hacerlo nunca. Cualquier tiempo pasado fue mejor se suele decir. Eso dice bien poco del futuro. ¿Por qué no domar la naturaleza y evitar que todo lo que suba tenga que bajar?

Hoy recuerdo cuando todos fuimos los mejores. Sólo os pido que ahora cambiemos el mundo.

Salud & aventura.


3 comentarios:

izanik dijo...

Dar demasiado prestigio al pasado no creo que sea realista ni sirva para nada. Es cierto que, por acceder a cierta información (antes inaccesible) no nos vamos a volver unos entendidos; pero que coño, al menos tenemos la oportunidad. Nuestros padres lucharon porque la libertad era el ideal anhelado de la gente joven; estaba de moda. Ahora está de moda ser individualista. Personalmente, me quedo con el ideal anterior, pero no creo que ellos se dejaran guiar menos que nosotros por la "Masa". Además, recordemos que lo que tenemos ahora es el producto de esas generaciones, para bien o para mal. Quién sabe qué zurruto pariremos nosotros.

Un abrazo, ¡sigue escribiendo!

Arnau dijo...

Joder, qué bueno eres cuando te pones melancólico.

Senior dijo...

... no se, no se,... me fastidia pensar que es porque me hago mayor, por lo que pido que la vida vaya despacio, sin prisas,... me cabrea oir hoy entre programas, en la tele, "TAL PELICULA el próximo miércoles a las 22,30"... pero si casi no hemos pasado este miércoles... pero con todo, hay que tener fe en el futuro, sin él yo no hubiera llegado, y en serio, ¡qué cosas buenas me hubiera perdido! por ejemplo Magda, Fer, Cris y Guille... pero tambien mis recuerdos, mis pensamientos, mis conclusiones, mis evoluciones... el futuro me regaló amigos, me hizo disfrutar de hermosos paisajes... y me queda futuro, a vosotros, más, pero intentar equilibrar la unidad y la individualidad, que no os homogenicen, ni que os dividan, pasead solos y uniros por una idea el futuro es vuestro.