martes, 14 de julio de 2009

¿Por qué se muere el mundo?

Rayn sólo pudo disfrutar de la vida y del mundo dos semanas. Al parecer, tras perder a su madre a causa de la Gripe A -o como quieran llamarla-, la negligencia de una enfermera acabó con su vida. Le metió en la sangre la leche que debía nutrirle y hacerle fuerte. Un error fatal.

Yo no me considero libre de fallar en mi cometido profesional, por eso me cuesta cargar las tintas contra la enfermera. Cometió un error determinante y fatal, grotesco e inexplicable, pero la vida es compleja hasta límites insospechados. No podrá volver a trabajar de enfermera, ya no sólo por imposición administrativa, también por imposición de su conciencia. ¿Qué nos lleva a errar de esa manera?

Otra cosa es cuando el error no sólo es determinante y fatal, sino que también es a conciencia. La ONU alertaba el otro día del dramático descenso de fondos para la planificación familiar en países subdesarrollados. De los más de 720 millones -sin ajustar inflación- de 1994 se ha pasado a 338 millones. "Es un declive de la leche", declara sin tapujos el Jefe de Demografía del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), Stan Bernstein, para el que el uso de la palabra "desastre" para describir esta situación es "enteramente apropiado.

De esto me enteré trasteando un poco en los teletipos que envían las agencias al Diario. Igual se trata de un delito reproducirlo, pero Bernstein avisaba que la culpa de este descenso en la inversión para las familias de estos países estaba en los medios de comunicación. La muerte de Ryan, como la de Daniel Jimeno hace nada, copan los titulares y son aprovechadas para las guerras políticas y comerciales. Yo sin embargo pienso en los millones de Ryans del mundo que se quedarán sin leche.


Volveré con cosas más amables. Salud & aventura.

7 comentarios:

Mikel dijo...

Algunos hablan del "kilómetro sentimental" (en periodismo, conceder una inmensa relevancia a los sucesos/males cercanos en comparación con los lejanos, que pueden llegar a despreciarse) como un mal social que nos conduce al "ojos que no ven, corazón que no siente". Aplicado a los casos que citas: nos importa más Delilah, Rayan o Daniel que los niños hambrientos de África, y eso "está mal".

Pues no. Y para darle un toque Zen a mis argumentos, allá va un proverbio chino: "Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa". Nuestra primera responsabilidad es para con los más allegados, porque, nos guste o no es nuestro ámbito de influencia, donde más podemos mejorar las cosas.

¿Significa eso que debemos ignorar lo que ocurre más allá de nuestras fronteras? Claro que no. El problema no está en que las cuestiones cercanas "copan los titulares", sino que, dándoles a éstas la relevancia que merecen (y es mucha), hacerlas convivir con cuestiones en las que también tenemos responsabilidad.

El antihéroe dijo...

No me parece mal que se hable de Dalilah o Ryan, porque comparto tus argumentos. Pero matizo.

-No me gusta que se trate la muerte como un arma arrojadiza entre administraciones, y no me gusta que los medios entren al trapo.

-No me gusta que los temas centrales, jaleados por intereses que desconocemos y no controlamos, hagan que ignoremos realidades sangrantes.

El mundo se muere, pero las noticias de Ryan, Dalilah y sobre todo Daniel, en su tratamiento, no sirven ni para cambiar nuestro propio entorno.

Por lo demás, estoy plenamente contigo.

Arnau dijo...

Un placer leerte, Antihéroe. Un gran post acerca de la mala leche; tú no la pierdas nunca para seguir editándolos. Un saludo.

Uno que pasa dijo...

Yo me pongo en el papelón de la enfermera, y veo que es un problema el asumir que por un error te hayas cargado la vida de un ser que tenia todo un futuro. La responsabilidad a veces asusta.

Lo triste del caso es que esta enfermerá podría haberse confundido con el niño que había al lado y no hubiera pasado nada.

Vosotros (la mayoría periodista que leen esto), hombres derechos, con conocimientos del mundo, sabreis y os habries informado que las negligencias en la sanidad pública espaloña se cuenta por cienes y cienes. Vamos que lo de Ryan es una gota en un basto oceano. Que haya salido este caso, porque la victima es mediatica, pues está bien, pero vamos la política de los medios es la de vender, no informar, no os equivoqueis, y para ellos les da por culo quien se hay muerto antes, el que vende es Ryan al resto que les den.

Me pregunto cuanto demagogo hay suelto por las ilustres redacciones que hay por ahí, dando palos de ciego solo para sacar tajada al mejor muerto.

Es lo que hay y por eso cada uno elige que periodico es menos malo para él. Supongo que siempre es cuiestion de gustos.

Mikel dijo...

"No me gusta que se trate la muerte como un arma arrojadiza entre administraciones". ¿Tienen las administraciones alguna responsabilidad en esas muertes? Creo que es deber del periodista preguntárselo (siempre al margen del politiqueo, buscando argumentos propios y contrastados).

Seguimos con los casos que has planteado: en el de Daniel, se pueden intensificar aún más las medidas hoy vigentes, pero mientras el toro sea toro y el humano, humano seguirá habiendo riesgo de muerte en los encierros.

En el de Delilah y Rayan parece que hay más dudas: ¿han sido simples errores humanos, desgraciados pero errores posibles? ¿Tiene algo que ver la administración, por acción u omisión, en el fatal desenlace de la madre y su hijo?

Escolar dice que sí, los sindicatos también. Existe una duda razonable, así que hay donde investigar.

Mikel dijo...

Uno que pasa, sobre lo que dices, este es el tratamiento que suele dar la prensa (cuando le da) a las negligencias médicas (noticias recogidas por Arcadi Espada): http://estudioae.com/elmundopordentro/negli.html

Qué noticias dar no es una elección del empresario, sino del periodista (que vela por los intereses de la empresa, pero como trabajador).

El problema es más de fondo: tenemos una visión muy viciada de lo que es la actualidad.

Senior dijo...

Cuidadín, cuidadín... es verdad que un acto negligente puede cambiar desde un vida al mundo, que las negligencias son en ocasiones actos irreflexivos, y que en ocasiones solo se puede cometer uno.
Individualmente, Daniel cometio el suyo. Algún conductor con amigos a velocidad excesiva sólo cometio otro.
La enfermera, 23 años, cometio el suyo,...
Pero cuidado, escritores, ¡ojo! periodistas, todos corremos el mismo riesgo, (salvo naturalmente Ana Rosa Quintana) se juega la credibilidad, que es vuestro patrimonio (salvo naturalmente Ana Rosa Quintana)...