lunes, 6 de abril de 2009

Crisis / Expiación

Todo esto de la Crisis de Gobierno me preocupa. Y me preocupa no por el devenir de mi país, que también. Tendría que dar tantísimas explicaciones para poder alumbrar mi idea de país, que me quedaré con la convencional. Me preocupa porque no sé a dónde voy. Me explico.

Yo siempre he querido creer que tenía un perfil socialista. No sólo por adopción familiar, sino por la creencia en que dentro de todo lo malo, el socialismo ofrecía mayores garantías de justicia en un mundo compartido. La ley del más fuerte, aunque natural, me parecía terriblemente ventajista. Si el universo decidía darle a tu vecino todo, y a tí nada, sólo quedaba sonreír con cara de idiota. Sin embargo, la cooperación y el trabajo del pueblo unido, podría hacernos escapar de esa trampa del destino.

No creo que las ideas políticas se puedan identificar con un partido. Las ideas son ideas, y los partidos políticos son políticos. Por eso en el juego de la democracia la ideología es la base, pero no el edificio. Decir que tal o cual partido representa una ideología es una mentira barata. Somos hijos de nuestro tiempo y las ideologías pertenecen al limbo de las ideas. A la larga, no votamos ideas, votamos partidos.

Esa es la trampa de la democracia. Y de la izquierda. El vínculo existente entre ideología y militancia política es muy estrecho. Por eso tendemos a sentirnos defraudados y desencantados, prefiriendo soñar en mundos posibles antes que asumir las limitaciones del nuestro. Exigimos lo imposible en un franco ejercicio de realismo. Y así nos va.

La derecha, tradicionalmente conservadora, se adapta sin embargo mejor a los cambios. Conservador es el que tiene algo que conservar. Cuanto más posees, más ganas de conservar -y medios para hacerlo- tienes. Stalin era un conservador de pura cepa, que quería conservar su omnipotencia a toda costa. Lo suyo tenía de socialismo muy poco. Y sí mucho de totalitarismo.

Conservar no es malo. Es algo consustancial al hombre. La paternidad es un claro ejemplo: los hijos son nuestra vida. Y relacionado con esto mismo, la felicidad. La memoria. La tradición. Ninguna de estas cosas me parecen malas, siempre que no sean ataduras a un pasado. Conservamos para aportar al futuro. Y creo que en cierto modo, en eso consiste el progreso.

El Partido Socialista Obrero Español -PSOE o simplemente soe- es el partido que actualmente, en esta parte de la península, se considera garante del progreso. "Progresitas" se llaman ellos a sí mismos. Progres les llaman despectivos sus detractores. "Socialistas" para casi todo el mundo. Para mí es el partido que más se acerca a mi concepción política, y por lo tanto, yo también me autoproclamo "socialista". Pero después de socialista.

Mi crisis existencial se reduce a la arraigada creencia de mi padre de que es injusto criticar a unos, cuando otros lo hacen/hicieron peor y no pasó nada. La autocrítica, inherente a la izquierda, amenaza con hundir el barco. Y a la desesperada, nuestro gobierno "socialista" recurre a la vieja guardia y a parapetarse detrás del "y tú más" -léase Pepe Blanco-. Pero, ¿seré víctima de la propaganda facha? ¿El gobierno lo hace bien, o no tan mal, pero sin embargo colaboro a hundir esa nave que somos todos? ¿Carezco de criterio?

Por desgracia el gobierno lo está haciendo mal. No está vendiendo su gestión, no está vendiendo sus líderes y no está vendiendo su mensaje. Se limitan a ir a rebufo. Tras cuatro años de una oposición virulenta y destructiva, no saben gobernar si no es a la defensiva. Rodríguez y su ejecutivo están a verlas venir, como en un partido de tenis. Sacando leyes a borbotones, que acaban naufragadas por la negligencia propia y ajena.

Yo creí en Rodríguez, yo le voté y creo que estoy en el derecho de exigirle. Que se deje de zarandajas. Después de vender por todo el mundo que ya éramos octava potencia mundial no pudo asumir el hecho de una crisis a nivel internacional. No fue su culpa, pero creo que ni él mismo lo sabía al principio.

Se ha desgastado más en un año que en toda la legislatura pasada. Cuando peor las estaba pasando el peor partido de la oposición, el gobierno se ha hundido él solito. La imagen de sus ministros se devalua, la sensación de descontrol se acentúa. Parece el vestuario de un grande del fútbol: millones, gente preparada, buen entrenador y una afición expectante. Y sin embargo se pierden los partidos.

Creo que hay unas pocas habilidades básicas para un político. Y entre ellas, además de la honestidad, tener las ideas claras y tener talante -sí, he dicho talante¡!- figura la retórica. Saber hablar y comunicar. No hablo de demagogia, hablo de saber estar, transimitir y llegar a las personas. A todas. Eso por ejemplo le sobra a Hussein. El fracaso en un mundo tan imbécil está asegurado, yo solo pido que hagan las cosas bien.

Nuestro presidente lo ha hecho mal. No ha sabido lidiar con el cuarto poder -la prensa, que ahora le pone la zancadilla-. En estos cinco años hay cosas buenas, pero la sensación de desgaste y fracaso llega incluso a sus partidarios. Para la gente de bien, y entiendo a mi padre, no existe alternativa. Estamos jodidos.

Comentaba Arnau, el catalán, que los obispos habían degradado a Jiménez Losantos preparando la llegada al poder de los populares en 2012. Cuando haya pasado la crisis, cuando se hayan olvidado todos sus desmanes y sólo recordemos las penurias pasadas con el mimbrete socialista. Al parecer ni la democracia, tal y como la entendemos hoy en día, salva el hecho de que algunos nazcan con una estrella y otros... estrellados.

No hay alternativa. ¿Dejamos de creer en las personas y nos resignamos? Yo creo que aún queda sitio para la esperanza (La buena, no la de Madrid)

Salud & aventura!

PD: Gracias padre por inculcarme unos valores. Y gracias por enseñarme a defenderlos.

3 comentarios:

izanik dijo...

Que un partido gane popularidad no significa que lo haya hecho "bien". Quiero decir, si el PSOE en lugar de perder popularidad fuese la estrella del campeonato, seguiría siendo la situación igual de grave. Creo que tienes razón cuando dices que en realidad lo que cuenta es el partido, y no la ideología. Ese es el problema del socialismo democrático: se vende una ideología que no tiene práctica. Rectifico: es el problema de los votantes socialistas.

Senior dijo...

1. tr. Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.
3. tr. Padecer trabajos a causa de desaciertos o malos procederes.

Curiosamente, es tiempo de expiación, acción y efecto de expiar, la verdad es que suele ser el agravio comparativo, o la injusticia o que exaspera al mundo, por ejemplo circular a 137 kilómetros y que te pongan multa, mientras pasa un coche a 165 kilómetros sin que le pase nada... admito, que no se debe practicar el "y tu más", pero... ¿por qué a mi?¿por qué ahora?... acaso los dioses se ensañan con unos para hacerles más fuertes, o tal vez porque los dioses son de los otros... sobre espiar por ejemplo, que no expiar, apenas dicen ellos nada...¡gracias!

Arnau dijo...

Te planteas y nos haces plantear las cosas. Enhorabuena. Eres un crack. Una suerte que en tiempos de seguidismos acríticos para quienes les pagan haya alguien que nos agite nuestras creencias. Un placer leerte, un placer que dudes, un placer que pienses.