viernes, 20 de marzo de 2009

Antes de que el diablo sepa que has muerto

Parece que ha llegado la primavera. El parque delante de mi casa se ha teñido de verde corteinglés. Últimamente pienso mucho en el futuro. Más bien lo busco en el abismo que se me presenta por delante. Parece que la vida se empeña en hacernos tragar el paso del tiempo y adormecer nuestras conciencias. Igual es mejor.

Yo no planteo el hecho de resignarse. Planteo el hecho de aceptar el cambio. Leo que la madre de Andrés y Javier Mariscal, los hermanos que se deben mutuamente la vida, rezaba a todos los santos todos los días para que saliera bien. Y ellos, los santos digo, respondieron. Andrés está curado.

Yo fuí católico porque me enseñaron que en el mundo estaba pendiente una revolución. Luego llegué a la Universidad de Navarra y perdí la fe. No porque lo que encontré fuera malo. Simplemente me di cuenta que la revolución que esperaba se había dado hacía 2000 años y que la gente destinada a preservarla la había marchitado. Impusieron una burocracia, unas jerarquías y adaptaron la Verdad a un sistema político. No se puede ir por la vida revolucionado, supongo.

Cuando Jesús, ese magnífico judío, echó a los mercaderes del templo, actuó de manera más sentimental que racional. Pero no se dió cuenta de que hay que financiar las reformas en el pórtico, hay que pagar un servicio de limpieza, pagar los sacerdotes... Dichosa economía de mercado, que ahoga a todos por igual.

Jesús defendía, sin embargo, la casa de su padre. Da igual lo humilde que sea, que su hogar estará allí donde se reuna una comunidad. Le daba igual las reformas, la limpieza o el patrimonio. Su servicio además era gratuito, total y siempre a los más necesitados. Yo entiendo que digan que era hijo de dios, porque hace falta ser un superhombre. Aunque el incidente en el templo demuestra que no era perfecto.

Si Jesús volviera de su viaje interestelar -si subió al cielo en cuerpo y alma ¿dónde está?- y fuera al Vaticano, posiblemente perdería la cabeza. Y se liaría a hostias con la curia y con el mismísimo Ratzinger Z. Sinceramente, la perversión eclesial de su mensaje es tan indignante, que igual acaba por morirse. Mientras el mundo se muere de hambre, a la Iglesia le importan más los condones.

A Cristo, que debió ser un gran tipo, creo que le habría alegrado que Andrés haya sido salvado por su hermano. Hemos usado la inteligencia y la pasión que nos dio el buen padre. Tiene riesgos, pero ya nos lo advirtió Dios.

Por eso hoy, como ateo y como cristiano, no entiendo a la Iglesia. Otra vez.

Salud & aventura!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tampoco la entiendo, hijo y me da mucha pena porque echa de su lado a mucha gente buena. Tendria que volover Jesus y de hecho creo que esta en ello, esto no puede seguir así.

Anónimo dijo...

"Hemos usado la inteligencia y la pasión que nos dio el buen padre. Tiene riesgos, pero ya nos lo advirtió Dios." ... y mira que dijo que el que quisiera ser el primero que fuera el último... Una vez, hace algo, no mucho, tiempo, ante el dilema del momento, ciencia-fe, leyendo los experimentos de Opárin (creo), se buscaba vida desde la arcilla, con sol, electricidad, bla,bla,bla... y el libro, la biblia, comentaba que todo partió del barro... ¿casualidad?... creo en el Judio Enmanuel, con su mensaje, con su contestacion fué el Hijo del Hombre, y eso a veces pasa desapercibido. Pablo, construyó la Iglesia, y para que permaneciera, fué ladrillo a ladrillo y eso siempre significa que unos aguantan el peso de los otros, e incluso que algunos ni sufren peso... lo terrible, es que esos pretenden decirnos cómo hemos de soportar el edificio... creo que el diablo, sabe que no estan muertos...aún.

Anónimo dijo...

Te estás superando, Apokalépika. Gran título.

Anónimo dijo...

Hay manipulación intencionada donde quieras que vayas. Solo hay que mirar, observar y darse cuenta.

Es naturaleza humana.

Saludos